domingo, 25 de diciembre de 2011

viernes, 23 de diciembre de 2011

MIGUEL GILA

(Ordesa por Manuel Muñoz)


En 1998
Zaragoza, 31 de enero de 1998

Estamos impulsando la propuesta para nombrar socio de honor a Miguel Gila, que presentaremos en la próxima Asamblea General.

Sería realmente un honor tener entre nosotros a un hombre que vivió muchos años en Buenos Aires. Que ha manifestado en innumerables ocasiones su amor por el tango. Que su hija se llama Malena.

Pero sobre todo por su calidad humana. Sirva como anécdota la entrevista donde se preguntaba a personajes famosos si tenían un alto concepto de sí mismos. La mayoría de las respuestas se orientaban en ocultar la vanidad bajo una falsa modestia. Gila sorprendió y dijo tener “un buen concepto de sí mismo”. Puede parecer una frase demasiado sencilla, pero la bondad es así.

Hay más razones de las que seguiremos hablando. Mientras tanto esperamos tu apoyo.

María Bernad
Socia nº 26


El 20 de febrero de 1999 se presentó formalmente la propuesta en la Asamblea General de "El GaraGe" con este argumento:


"Buenos Aires y el tango son parte de su vida. De todo ello habla en un libro recientemente publicado. Su hija se llama Malena.
Tango y equilibrio.

Gila, según él mismo dijo, tiene "un buen concepto de sí mismo" y la bondad supone haber conseguido un equilibrio entre todos los demás valores fundamentales del arquetipo humano.

Tango y espacio.

Miguel Gila ha sido un hombre leal, fiel a sus ideas, que nunca invadió espacio ajeno. Ha pasado la mayor parte de su vida haciendo reir a todo el mundo, incluso a aquéllos que no tenían ninguna gracia.

Tango y elegancia.

Gila es un hombre capaz de cultivar la amistad. Os leo una de las definiciones más hermosas que ha escrito Darío.

"Amistad es la elegancia del amor"

No estaría mal provocarle una sonrisa en su próximo ochenta cumpleaños.

Por éstas, entre otras razones, consideramos que sería bueno compartir con Miguel Gila nuestra pasión por el tango."

María Bernad
Socia nº 26

Se aprobó con seis abstenciones.

martes, 20 de diciembre de 2011

EUGENIO - (Eu-genos: “buen destino)

Es un nombre difícil de pulsar. La ausencia de “a” limita la visión del paisaje total, y el camino impone atravesar un estrecho desfiladero hasta llegar a toda su dimensión.

Una zona común será el comienzo del recorrido donde la aparente compañía puede despistarnos. Esto tiene una determinada duración y concluida, tomaremos conciencia de la soledad que nos acompaña. La inequívoca señal será el miedo.

Generalmente el miedo solo es un sentimiento de alerta. En este caso nos avisaría de que un ciclo ha terminado y hay que avanzar. Para que sea avance deberemos llevar con nosotros, paradójicamente, aquello que tenemos que abandonar si queremos seguir caminando y esta decisión supone una caída libre, sin garantías, sin red. El temor está plenamente justificado.

Es una encrucijada que si conseguimos superar nos llevará al mismo lugar que abandonamos hace tiempo. Pero ya no será el mismo. La nueva visión del paisaje nos muestra una multitud de senderos que sugieren matices ocultos hasta ahora.

No sabemos cómo ha girado el entorno. Lo que antes era suelo ahora es el cielo y se desvela una íntima cosecha anímica. Pero, ¡atención! Es extremadamente delicado este momento. ¿Cómo interpretar una sinfonía donde la paradoja es el problema y la solución a un tiempo?.

Y en este preciso momento es cuando hace su aparición Antonio, un nombre amigo.
Antonio estaría dispuesto a ocupar el lugar principal, sustituir a Eugenio, si éste decidiera no continuar esa interesante partida de ajedrez. Suponiendo que nos fallasen las fuerzas para abrazar de frente al destino, tenemos cubiertas las espaldas por un “nombre bueno”.
Podemos decirlo de otro modo:

O directamente en primera persona (Eugenio), o escuchando a través de los otros (Antonio), descubriremos que la felicidad, como dice el filósofo, es un “círculo cuyo centro está en todas partes”.



María (dos aes a tu disposición)