sábado, 31 de agosto de 2013

Juan de Dios Ramírez-Heredia




Yo también hoy
QUIERO TENER UN SUEÑO







Difícilmente se pueden decir las cosas mejor de cómo las dijo Martín Luther Kingaquel 23 de agosto de 1963, hace hoy exactamente cincuenta años. Por eso nosotros, los gitanos que nos sentimos vinculados por el ideario de la Unión Romaní , queremos manifestar públicamente que la doctrina marcada por el gran lider en aquel luminoso discurso, es y sigue siendo nuestra principal referencia a la hora de señalar los objetivos y los límites de nuestra lucha. No insistiremos, pues, en reiterar lo que desde hace tantos años también nosotros venimos diciendo y denunciando.
 
Martin Luther King, que fue Premio de la Paz en 1964, ante la estatua de Abraham Lincoln, y frente a más de 200.000 personas que le escuchaban enfebrecidas, denunció el trato inhumano que los negros recibían por parte de la policía así como la gran injusticia que suponía enfrentarse en los más diversos lugares con el infame letrero “solo para blancos”. Nosotros, como el lider mártir, llevamos diciéndolo también desde hace casi 50 años aunque en escenarios diferentes. Y hoy, como ayer, alargando nuestra mirada a todo el territorio europeo, seguimos afirmamos con él que“Ahora es tiempo de subir desde el oscuro y desolado valle de la marginación al soleado sendero de la justicia racial. Ahora es tiempo de alzar a nuestra comunidad desde las arenas movedizas de la injusticia racial a la sólida roca de la fraternidad. Ahora es tiempo de hacer que la justicia sea una realidad para todos los hijos de Dios”.
 
Los gitanos españoles y gran parte de los gitanos europeos hemos dado pasos importantísimos en la lucha por ser dueños de nuestro destino y administradores de nuestra libertad. Pero aún está casi todo por hacer. Desde la Constitución de 1978los gitanos gozamos de las garantías que la Carta Magna otorga a todos los españoles y desde que la Unión Europea incorporó en su seno a la inmensa mayoría de los gitanos del continente todos gozamos de la protección que nos brinda el Tratado de Lisboapara la defensa de nuestros derechos ciudadanos.
 
Sin embargo el reconocimiento de esas garantías no supone su cumplimiento. Bien lo sabemos cuando nos enteramos de las gravísimas agresiones que sufren nuestros hermanos por parte de quienes se consideran guardianes de todas las esencias patrias. Agresiones que por múltiples razones quedan tantas veces sin castigo ni reparación. Hoy, como hace 50 años, nosotros decimos con Luther King que “no estaremos satisfechos hasta que la justicia corra como las aguas y la rectitud como un impetuoso torrente”.
 
Pero el discurso cuyo aniversario conmemoramos tiene también una parte importantísima de autoimplicación en el proceso de lucha por la conquista y consolidación de nuestros derechos. Debemos, mejor dicho tenemos la obligación de desarmar a quines con razón o sin ella se declaran antigitanos en las tertulias, en las conversaciones familiares o en los espacios de libre acceso que ofrecen los medios de comunicación online. Ignorar lo que se dice de nosotros cada vez que se produce un hecho delictivo en el que aparecen los gitanos es de una supina insensatez. Lo decía el gran lider: “Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”.
 
Y llegados a este punto del análisis de la realidad, se impone tener claro cual debe ser el camino a seguir y con que estrategia pensamos librar la última y más decisiva de todas las batallas: responder a los racistas con las mismas armas que ellos utilizan contra nosotros o plantarles cara desde la resistencia inteligente sabiendo que “Nadie se nos montará encima si no doblamos la espalda”.
 
El 28 de agosto de 1963 Martín Luther King, en la culminación de “La marcha sobre Washintong” dijo que “En el proceso de conseguir nuestro legítimo lugar, no debemos ser culpables de acciones equivocadas. No busquemos saciar nuestra sed de libertad bebiendo de la copa del encarnizamiento y del odio.  Debemos conducir siempre nuestra lucha en el elevado nivel de la dignidad y la disciplina”. Y en este punto precisamente hoy me quiero detener para manifestar desde lo más íntimo de mis sentimientos que yo también tengo un sueño:
 
Que llegue un día en que los gitanos seamos juzgados por nuestros actos y no por el nombre de nuestra étnia.
 
Yo también tengo un sueño: que los periodistas cumplan con sus códigos y olviden para siempre la cursilería de escribir “de étnia gitana” para evitar decir, sencilla y llanamente “gitanos”.
 
Yo también tengo un sueño: Que los periodistas dejen de hacer referencia a la raza, al color o al origen de las personas en contextos peyorativos. Lo dijo Luther King: "Todo lo que afecta a uno directamente, nos afecta a todos indirectamente".
 
Yo también tengo un sueño: Que llegue cuanto antes el día en que olvidemos esa parte de la vieja Ley Gitana que nos empuja a tomarnos la justicia por nuestra mano.“Guardarnos de la violencia, ya se exprese mediante la lengua, el puño o el corazón”.
 
Yo también tengo un sueño: que desaparezcan las pistolas y las navajas de allí donde las haya. Hace 50 años lo dijo el lider de la Paz: “La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”.
 
Yo también tengo un sueño: Que el analfabetismo y la desescolarización sean fulminadas de nuestro entorno. Solo la cultura y la formación hacen libres a los pueblos.
 
Yo también tengo un sueño: Que desaparezca la mendicidad de las calles de nuestros pueblos y ciudades. Porque somos una minoría visible a nosotros se nos ve más que a los demás.
 
Yo también tengo un sueño: Que las mujeres gitanas encuentren en el seno de nuestras comunidades el papel que les corresponde como guardianas y mantenedoras de nuestra cultura. Negar a las gitanas el espacio de libertad al que tienen derecho es condenar a nuestro pueblo a la más humillante capitulación.
 
Yo también tengo un sueño: Que los eternos racistas de siempre sean juzgados con la severidad que proclaman las leyes. Que sepan que sus crímenes no pueden quedar impunes. Y que los jueces no olviden que "La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes".
 
Yo también tengo un sueño como el de Martin Luther  King: Que mis hijos vivan en un país en el que no sean socialmente juzgados por el color de su piel o por el origen étnico de sus padres sino por su reputación.
 
                                 
                                Juan de Dios Ramírez-Heredia
                                Abogado
                                Presidente de Unión Romani Española
                                Vicepresidente de Unión Romani Internacional






lunes, 26 de agosto de 2013

Sobre la Amistad


En diciembre de 1999

El destino tiene su heraldo en el niño y siempre consigue hablar.


Pero la Amistad sí que es una "pizarra en blanco".

Un lienzo donde se desvela la oculta belleza que imploramos ver, una vez más, aunque solo sea por un minuto.

Un inocente espacio donde podemos escribir, como si fuera la primera vez "te quiero".

Un eco que nos devuelve, -¡bendito mendigo!- la fortaleza para llamar a nuestro yo más lejano. Ese yo del que conocemos muy bien sus espaldas, ignoramos su rostro y nos aterra su visión.

Una visión que sin nuestra voz tiene rostro de Casandra.

Unos ojos desde los que veríamos el inexistente abismo de la muerte. ¿Por qué aplazamos una y otra vez su cita?


Una nueva oportunidad para ese encuentro, eso es Amistad.


jueves, 15 de agosto de 2013

Fernando Sánchez Salinero en la Casa del Libro




LA GENERACIÓN QUE CONSTRUYÓ ESPAÑA
 
"¿Quiénes son los pobres? Los nietos de los ricos”. Aforismo castellano

Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa actitud.

Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para hacer negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas allí el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la universidad… Cuando una generación está así centrada, no hay quien la pare” Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que convivimos.

Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.

Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos, disfrutando de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos de familia y amigos.

Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles.

Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar de ser honrado.

La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto.

Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:

1) “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en algo a evitar.

2) “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas, rehipotecas y contrarehipotecas.

Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67). La generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de “papá dame”.

Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos en gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a gorrazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas deconstruidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de descompresión. El vino ya no está “bueno”, ahora tiene matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble. Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un “enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!

Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”.

Increíble pero cierto.

- ¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre. Mira, nosotros debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.

- Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!

En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.

Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega infraestructuras que producían mega comisiones para todos los involucrados. ¡Viva el cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen los padrinos! Además llovían las subvenciones, nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías que plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?

Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y “que no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío son todo derechos esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.

De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post). Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser nieta de ricos.

Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de reivindicaciones.

En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras, de hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela, trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así) no debía ser mala receta.

Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que nos descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.

Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos. Podemos encontrar maestros en casa.

Fernando Sánchez Salinero en la Casa del Libro

domingo, 11 de agosto de 2013

Ventanas y escaleras








Ventanas y escaleras como símbolos vitales.

Acompañada, bajaba por una  escalera de caracol. Llegaba a un piso en el que había un cementerio (nada lúgubre) y desde allí continuaba sola el descenso.

Al final del recorrido una puerta se abría, salía por ella y entraba en un paisaje natural inmenso, abierto. Una orquesta comenzaba a tocar dirigida por el director que esperaba mi llegada.

Imagínate la felicidad que me produjo este sueño.




sábado, 3 de agosto de 2013

Alguien despistado



Lo escribí en 1988



Yo me sé,

pero amor mío,


quiero que tú me nombres