miércoles, 23 de septiembre de 2015

HABLANDO CONMIGO EN EL 2001

(Nubarrones)


Tengo una inseguridad en lo que hago cotidianamente. Hay un grado de memoria necesario para la actividad que realizo en el trabajo que me falla. Consumo un exceso de energía por esta razón y sería una explicación para la falta de paciencia que muestro. También unos cambios somáticos colocan fuera de mí las riendas de un equilibrio que me cuesta mantener según qué días. Pero esto explica poco.

Me irrito. Podría ponerte este ejemplo para ilustrar lo que me pasa cuando hablas de una determinada manera. Las alubias te resultan fuertes. Es una de las comidas más completas, casi indispensables y que siempre te han entusiasmado (las has querido), pero actualmente te producen un malestar que dura todo el día. Si buscásemos el aderezo que transforma el placer en angustia quizás encontrásemos un ajo. Ese condimento que hace de inútil "vocero" espesando fatigosamente la digestión de un alimento que es en sí extraordinario y difícilmente sustituible.

Me irrito. Me suena demasiado fuerte un determinado acorde de la música en la que tu palabra navega y me oculta los matices indispensables para hacer mía una idea que "ya es". Es tu ajo dialéctico. Sabes perfectamente que suponer por adelantando una maldad (tontería) es partir de ella misma y, aunque tu visión alcance más allá, cuando se habla con el otro "hay que empezar de cero". (Es una expresión que apela a la inocencia).

Dicho de otro modo: en algunas ocasiones no quiero entenderte porque no puedo querer lo que entiendo.





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1 comentario:

Anónimo dijo...
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