martes, 5 de enero de 2016

A JOSÉ CAJAL - En el 2001

(La Puebla de Alfinden)
Me gustó el diálogo entre Andy García y Anthony Hopkins, pero mucho más que supieras que iba a gustarme.

Es curioso cómo cambian las cosas dependiendo del lugar que ocupan. La opinión de los demás será valiosa si llega desde ese espacio al que se refiere Andy García cuando comenta la cita de William Saroyan cuando le preguntaron: «¿Le importa mucho si su obra tiene éxito?», respondió: «Que mi obra exista ya es un éxito». Es una filosofía muy saludable. Al final, lo único que te queda de un filme es el recuerdo de la aventura vital, las ideas, la gente, el lugar...” dice Andy.

Es decir, el valor que tiene el artículo que me mandas (además de su interés) es que yo existo en vosotros. En esa “existencia”, lo esencial es la reciprocidad, ya que si no tendría fecha de caducidad y esa limitación rebaja la calidad del sentimiento. Comparto lo que dice Hopkins: “Yo vivo en un estado zen, ya no me frustro. Nada es importante. Nada puede cambiar el mundo, sólo puedes cambiarte a ti mismo. Si lo consigues, el mundo a tu alrededor se modifica”.

Estoy completamente de acuerdo. Desde esa actitud el mundo cambia, ya que podemos mirar desde un sentimiento más centrado y ello amplía el paisaje.

Los amigos son un “mundo” y ese título nos compromete mucho más de lo que parece a simple vista.

Estoy de acuerdo con lo que dice Hopkins: La amistad es un sentimiento mucho más admirable que muchos romances.

Lo que entendemos por “romance” es algo limitado en el tiempo por carecer de profundidad. El amor es otra cosa, el Amor tiene corazón de amistad. ¿Y qué es la amistad? A esta pregunta solo se puede responder con los hechos.

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