Recuerdo mis vivencias como rayos interrumpidos, sombras a las que no encontraba sentido.
Pero
tú eras la respuesta.
“Llueve
hasta en el más escondido rincón”.
La vida es bondadosa y tú quien la nombra, decía entonces.
Por eso me emocionaba tu palabra.
El
inconsciente irrumpe para hacerse ver y este es el juego.
Pero en ti creía yo que todo
estaba consumado.
Por eso me emocionaba leerte.
Me
emocionaba creer que era tu inconsciente, tu surco, tu centro.
El sentimiento fue tan intenso que todo lo elevaba.
Misteriosamente
mi bondad me llevó al silencio,
Una voz desconocida hasta entonces, sugirió:
“Que sea él (el silencio) quien hable” ¡Escúchale!.