domingo, 30 de octubre de 2016

LOS PIANOS y David L. Cardiel



Es interesante tu reflexión.

Es bueno que haya un intermediario entre el piano y el posible pianista. La memoria se aloja en todos sus espacios y no es lo mismo que escriba en sus teclas un novato o alguien que sabe apreciar el esfuerzo de los demás.

Quien espontáneamente quiere escribir su partitura en un piano ajeno tendría que hacerlo como si fuera suyo en la forma de cuidarlo y apreciarlo.

Supongo que ese hecho influye en la persona que está vigilante .

Cualquier otro instrumento puede llevarlo “quien lo toca”, pero el piano necesita “brazos ajenos” para transportarlo.

Sus teclas se mueven uniformemente de arriba abajo. Cambia la intensidad, la velocidad, el tiempo… pero no pueden cambiar de sitio. Están pegadas a la tierra, como la sociedad.

El piano y “quien lo toca” podría ser una metáfora.

Para que la sociedad sea justa cada individuo tiene que tener sus siete notas bien distribuidas. Cuatro hospitalarias por tres básicas.

Individuo (4) y sociedad (3) son complementarias o contradictorias, depende del orden. El individuo tiene el suficiente espacio para incorporar a la sociedad, pero si en lo que es colectivo priman los intereses individuales hay guerra porque falta espacio.

¡La música! Qué misterio!



 

lunes, 24 de octubre de 2016

CARTAS A JULIA - MALOS OLORES





Eres valiente, querida Julia.
 
El mejor queso es el que peor huele y eso fue una barrera para que completases hasta el final tu demostración de cariño.

Interrumpiste el abrazo por esa razón y entendí  perfectamente que te fueras a tu habitación. En tu espacio siempre respiras un buen aroma.

Por qué digo que eres valiente?

Llegó la hora de marcharnos  y aunque no querías despedirme como siempre porque ese olor a queso permanecía en mí, te planteé el conflicto con esta pregunta:

¿El cariño no está por encima de los malos olores?

Y te quedaste mirándome un segundo. Rápidamente tus deditos cerraron esos orificios que impedían la demostración del sentimiento del que te hablaba y me diste el abrazo de siempre.

Conseguiste que ese olor a queso diese marcha atrás y el cariño pasó sembrando un perfume que todavía respiro.

¡Que heroína eres, querida Julia!



 

miércoles, 19 de octubre de 2016

UNA FRÁGIL BARQUILLA







Una voz nos atrae y vamos hacia su ribera en la frágil embarcación que apenas nos protege.

            Es paradójico.

            Si la nave fuera más fuerte, tendríamos una mayor autonomía para oponernos a transitar por esas aguas de peligroso aspecto y podríamos elegir un camino más fácil. Pero ¡ay! en ese atajo habitan las sirenas.

            Aceptar nuestra fragilidad supone asumir la propuesta de la naturaleza y dar cobijo a esos aspectos que han perdido su hogar.

            En esa generosidad se oculta el destino. Llega envuelto en la sorpresa de encontrar lo que siempre habíamos esperado. Escuchar, pronunciado por nosotros, nuestro nombre.