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Desierto:Hace mucho calor, tiene un tono rojizo, lleno de enormes dunas de arena. Hace sol, el cielo es de un azul intenso, hay mucho silencio y nada ni nadie se mueve alrededor. Pese a las dunas, los horizontes se ven lejanos.
Cubo:
Es de un metro treinta de lado, está en el centro de la cuenca que forman las dunas cercanas. Es azul ultramar, oscuro, de un material transparente, como gelatina, pero que no necesita frío para mantenerse en su forma de cubo.
Escalera:
Es de un tamaño medio, más o menos un metro de ancho, de madera de pino. Sin barandilla. Sube al cubo, está pegada a uno de sus costados.
Caballo:Es un caballo de montar, esbelto, alto, grande. Es de color ocre con las crines y la cola blanca-rubio platino.
Tormenta:Huele a humedad, cae mucho agua en grandes gotas y hay viento arremolinado que todo lo mueve. Los relámpagos llenan el cielo oscuro, casi negro y los truenos suenan cerca.
Flores:
Son narcisos silvestres, llenan un campo entero arriba del todo casi en la sierra de Leire, en un lugar plano o casi. Son todas del mismo tamaño y apenas dejan ver la hierba: se diría que el campo entero es amarillo.
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Se diría que Zeus nos añora y quisiera vernos con él en su huevo cósmico.
¡No es tiempo todavía!
le gritaría Hera (que siempre le gritaba)
y para asegurarnos aquí abajo, ordenó a Aracne tejer una conquista que nos atase con el mismo deseo que tenía la tejedora de librarse del genio de la diosa.
¡Y no era suficiente!
Para que no mirásemos al cielo, pidió a Urano que hiciese de pintor.
Accedió de buen grado y con un solo piropo le sacó sus mejores colores a la tierra.
¡Qué hizo!
Tanta belleza consiguió lo contrario:
entusiasmarnos más y añorar lo elevado.
Quiso entonces enmascarar la altura y ensayó la idea de llover,
sin notar cómo Zeus,
a quien la añoranza se le hacía insoportable,
se filtraba en cada gota de agua.
Como era un dios y un dios lo abarca todo,
no pudo dejar ni una sola gota marina por ocupar y esto llevó su tiempo.
Ordenó a las sirenas que durmieran a Hera
y cuando la mar estuvo fecundada,
se acercó a despertarla con un beso.
A Ella le gustó y a nosotras que cambiase de humor.
Para festejarlo agotamos nuestra intuición sembrando bienvenidas.
Fue tanta la cosecha que todos los seres humanos,
sin faltar un@ sol@,
tuvieron que echar una mano en la recolección...
...cazando ideas ...llenando de besos ...hablando ...mirando ... bailando ...luchando ...soñando ...cantando.
En resumen, viviendo.
Desde entonces,
nos vemos en cada matiz de cualquier cosa
y deseamos que Zeus nos rapte y Hera se lo impida.
Pero ya tienen años para ir y venir y están cansados.
Por eso, encendemos un fuego,
preparamos sopitas y les contamos,
una y otra vez al amor de la lumbre,
como hicieron para “llegar a dioses”.
Cuando se duermen leemos a Tagore.
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(Fragmento El Test del Cubo)