viernes, 11 de noviembre de 2011

Amnistía Internacional - Acciones urgentes - 2

Sobre la pena de muerte







Desde la distancia que permite no estar directamente implicado en los asuntos juzgados, se percibe la aplicación de la pena de muerte como un error, puesto que no se soluciona el problema en su origen.

Al no solucionarlo, se aumenta el desastre que las acciones criminales ya han provocado en sus víctimas. Pasamos a ser verdugos todos los ciudadanos indistintamente si estamos a favor o en contra de la pena de muerte, pues ésta se aplica en nombre del estado.

Tapándonos los ojos no desaparece el paisaje. La agresividad es una reacción ante un problema para el que no tenemos respuesta y con esa violencia pretendemos borrarlo.

La solución viene por otros caminos.

Quienes tienen la suerte de haber alcanzado la madurez en los aspectos individual y social tienen la obligación de entender a quien no la tiene.

Los antecedentes de un delincuente tienen que servir para responsabilizarle de sus actos y al mismo tiempo a la sociedad que no le procuró las mismas oportunidades que a los demás o a la naturaleza que le concibió distinto en origen.

Si tuviésemos la madurez suficiente para asumir el miedo que sentimos ante situaciones que escapan a nuestra comprensión, descubriríamos una puerta que al abrirse nos devuelve la calma.

Esa serenidad es la que nos permite juzgar al reo sin prejuicios, entendiendo que nadie se equivoca queriendo y exigiendo a cada uno que asuma lo que le corresponde.

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