martes, 14 de septiembre de 2021

EL RELATO DE LOLI ORTIZ






Sábado cinco de noviembre de un año cualquiera de los últimos ocho años, todo sigue igual.

El águila que surcaba los cielos y volado siempre sola, se recoge en su nido allá en las altas cumbres al abrigo de los riscos soporta el viento racheado que encoge su corazón. Con enorme energía inicia la tarea para la cual se ha preparado. Arranca una a una las plumas que cubren su viejo cuerpo, al hacerlo pretende renacer de nuevo y para ello debe pasar por el suplicio de despojarse de su manto.

Allá abajo queda la ribera y con ella los sueños y las añoranzas. Sus polluelos ya volaron buscando su camino, extendieron sus alas al principio titubeantes para luego tomar brío y surcar los cielos por sí solos. Salieron como flechas raudas disparadas por un arco bien tensado hacia sus destinos. La vieja águila, disfrutó viéndolos tan fuertes, tan hermosos… y ahora recuerda esos momentos y se siente bien.

Nueva etapa, nuevo camino frente a ella. ¿Lo conseguirá? ¿Conseguirá en primavera estar lista con su nuevo plumaje? Si, seguro que sí.

Nuevos retos le esperan, y de nuevo sobrevolará las riberas y buscará quien la acompañe en ese cielo azul que la envuelve. Quizás consiga recuperar esos amigos que ha ido dejando por el camino durante su etapa de huida. Quizás después del duro invierno, renovada y renacida decida seguir sola en su vuelo y cuando el cansancio le agote, recogerse en su nido y pensar, pensar que la vida es eso volar y volar, libre, sin esperar nada más que lo que el día a día le depare.

Con frecuencia pensando en el pasado y en el futuro, nos perdemos el hoy y con ello las pequeñas cosas que nos trae.

5-11-2011
Loli

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