sábado, 30 de junio de 2012

Sr. Director de la Cadena Ser




Es cierto que estamos en una crisis, pero lo es como resultado de las soluciones equivocadas que se están adoptando para acabar con ella. Estamos matando al mensajero.

El pasado 29 de junio 2012 me inquietó no despertarme con la Cadena Ser y me angustió conocer la razón de esa huelga. La Ser ha sido para mí una ventana creíble y sería lamentable que perdiera la “marca calidad”. (Calidad viene de cálido y el dinero es frío).

200 hombres y mujeres son más que una cifra. El dinero que se ahorrará la empresa con sus despidos estará envenenado y contaminará los ingresos que se obtuvieron de una forma inteligente, con el trabajo de todos (incluidos esos 200).

Una época de sequía arruina las cosechas y si no hay pan, habrá que repartir el que tengamos proporcionalmente. Distinto es que habiendo, no se quiera que esté disponible para todo el mundo, porque quien tiene el poder lo esté almacenando en paraísos fiscales con intenciones especulativas.

Le advierto que este producto, manipulado de esa forma, es profundamente contagioso y mata en primer lugar a quienes quieren rentabilizarlo inhumanamente.

Los beneficios económicos de la Cadena Ser lo han sido, en gran parte, por la excelente orientación de la empresa hacia el espacio vital. “Escucha con nosotros la vida”.

Los oyentes, escuchamos la información que se nos da a través de ese ejército de hombres y mujeres (incluidos los 200) que trabajan sembrando claridad, con el fin de que todo el mundo podamos compartir opiniones libremente.  El dinero no puede comprar un criterio propio.

Con los despidos se ahorrará dinero hoy y se arruinará el prestigio de la Cadena Ser.

Yo dejaré de oír la radio y escucharé música. Lo haré porque la música es matemática pura y no quiero olvidar que dos más dos son cuatro, que los seres humanos somos valiosos y que el valor no tiene precio.

Sr. Director, yo me lo pensaría cuatro veces.






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