Este es el blog de una historia que arranca con un libro. Es un libro lleno de palabras que se enlazan por la belleza de quien las contempla. Sigue leyendo ...
Esto me recuerda al caso del "Café Gijón", salvando las evidentes distancias. El ayuntamiento de Zaragoza lleva tiempo haciendo esta clase de abandonos. Cuando arregló las riberas, "Le Pastis" fue una de las primeras cafeterías que se arriesgó a colocarse junto al río y, después de tres años atrayendo a un público cada vez mayor, el ayuntamiento decide retirarle el apoyo y la concesión, hecho que, finalmente, no ocurrió. El caso del Gijón aún es más lamentable: no es normal que una empresa de cáterin sea la única que se oponga al café y puje una cifra tal elevada, cuando es imposible que pueda mantener la terraza. Al final renunció por impago y la terraza volvió a manos del café.
Quiero decir que, trampas políticas aparte, el ayuntamiento de Zaragoza apoya cosas inverosímiles por intereses privados que luego, después de que se hayan consolidado y funcionen (¡milagro!), les sobra y les retiran el apoyo para estrangularlos y poder poner nuevos negocios que les vuelvan a llenar los bolsillos.
Es así de triste, pero el caso que cuentas no me extraña nada (independientemente de que se emplee la excusa de la crisis).
Esto me recuerda al caso del "Café Gijón", salvando las evidentes distancias. El ayuntamiento de Zaragoza lleva tiempo haciendo esta clase de abandonos. Cuando arregló las riberas, "Le Pastis" fue una de las primeras cafeterías que se arriesgó a colocarse junto al río y, después de tres años atrayendo a un público cada vez mayor, el ayuntamiento decide retirarle el apoyo y la concesión, hecho que, finalmente, no ocurrió. El caso del Gijón aún es más lamentable: no es normal que una empresa de cáterin sea la única que se oponga al café y puje una cifra tal elevada, cuando es imposible que pueda mantener la terraza. Al final renunció por impago y la terraza volvió a manos del café.
ResponderEliminarQuiero decir que, trampas políticas aparte, el ayuntamiento de Zaragoza apoya cosas inverosímiles por intereses privados que luego, después de que se hayan consolidado y funcionen (¡milagro!), les sobra y les retiran el apoyo para estrangularlos y poder poner nuevos negocios que les vuelvan a llenar los bolsillos.
Es así de triste, pero el caso que cuentas no me extraña nada (independientemente de que se emplee la excusa de la crisis).
Un abrazo,
David
ResponderEliminarGracias, David, por tu enriquecedora aportación.
Un abrazo
María