viernes, 26 de julio de 2013

Lo escribí el 1977







En la mar, mecida por las olas, duermo.

Qué feliz nuestro encuentro, mas “no puedes sonreír así, no debes sonreír así a nadie”.

Desde tu casa, sin dejarme entrar, me llamas por cien nombres distintos.

¡Cómo me enfadas!... pero es tanta tu gracia que sigo a tu puerta.

Por fin sales a pasear conmigo llevando de tu brazo a Cronos.

Contrariada, como una niña pequeña, me siento a la sombra de un árbol y te dejo marchar.
Pero tu paso elegante me hace seguirte de lejos.

Por la noche, no permites que comparta tu lecho y salgo llorando. Pero vuelvo enseguida a velar tu sueño.
¡Es tan hermoso tu rostros dormido!

El corazón de la noche me pregunta: “¿Cuándo vendrá el que te reconozca?”

Cuando llegue, arrojará de nuestro lado a Cronos y pasearemos por todos los caminos.

Cuando llegue, solo pronunciará mi nombre y los demás serán para él desconocidos.

Cuando llegue será mía su casa y habrá un solo lecho.

Todo ha quedado en silencio.

¡Tengo miedo!


Una suave brisa me despierta en la playa pronunciando tu nombre, ¡oh eternidad!




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