El ritmo son los hechos. Su melodía, la intención.
"Por sus hechos los conocereis", dice una conocida frase.
Cuando los hechos hablan mal de nosotros, quien nos juzga, debería escuchar a la Intención, pero la Intención es muda.
El altavoz se activa y la Intención habla, cuando asumimos las consecuencias de esos hechos.
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