Desplazarse sobre la pista deletreando correctamente la indicación del compañero.
Llegar a tiempo para empezar el siguiente paso sin perder ritmo.
No cargar el peso en el hombro que te sirve de apoyo.
Oír el tema y saber escuchar cómo quiere interpretarlo quien te acompaña.
Saber proponer sin que suene a mando.
El tango es como la vida misma.
¡Cuanto me falla a mi el equilibrio!, o debería decir no tengo equilibrio ni nada por el estilo: oigo la música pero no llevo el tiempo ni la cadencia; me adelanto o me clavo sin motivo; peso como una tonelada en el hombro y el brazo del compañero; no entiendo las indicaciones del otro. En fin, no sé si cortarme las venas o dejármelas largas. ¿Que me aconsejas María).
ResponderEliminarAbrazos Marisa
Hablaremos.
ResponderEliminarUn abrazo
María