domingo, 15 de octubre de 2023

¡LOS CUENTOS! (1)

En el 2002 recibí esta carta de una querida amiga, que empezaba así: "Ahora que tienes tiempo, te voy a contar un cuento.




Es una versión libre para la radio de una de las historias que contaba mi abuela. Aunque soy incapaz de reproducir exactamente los sonidos de una noche cualquiera hace... 35 años? Escribiré lo que recuerdo. el tìtulo podría haber sido: "Los tres grandes bienes" o "El sueño de cualquiera"

Había una vez en un lugar muy lejano, un rey muy bondadoso al que todos querían y respetaban. Aunque en el país todo iba bien, el rey no era feliz. Empezó a perder ilusión por casi todo y a preocuparse por pequeñas cosas. La preocupación se fue convirtiendo en obsesión y más tarde cayó en una severa enfermedad. Estaba triste y nadie sabía qué hacer por él.

Tenía tres hijos, apuestos caballeros que veían de distinta forma la enfermedad de su padre.

Al mayor le parecía una manera natural de renovar el reino y de paso le permitiría demostrar sus dotes como hombre de poder.

El segundo era un entusiasta de las flores y la música. Vivía en una mansión-invernadero y gustaba de dar "Fiestas Verdes", una excusa perfecta para deleitar todos los sentidos. El tema de su padre lo oía pero no lo quería escuchar, era demasiado doloroso y él era muy frágil.

El menor siempre había sido el preferido del rey. Inteligente, sensible y vital, no estaba dispuesto a ver como su padre se consumía en una melancolía cada vez más profunda, así que decidió consultar con el más anciano del reino.

- El rey sólo podrá recuperarse cuando posea las tres llaves de la felicidad.
- ¿Y cuáles son? preguntó el joven príncipe.
- Al verlas, sabrás distinguirlas, te lo dirá tu corazón.

Con ese enigmático mensaje y mucha volutnad, decidió partir el infante con la única compañía de su bravo caballo árabe.

Pasaron los días, las semanas, los meses, cabalgando sin descanso y claro está, esperando una señal.

Un buen día, duando estaba bebiendo agua en un manantial, apareció una vieja de aspecto mendicante y voz ronca.

- ¿Qué hace tan noble caballero en tierras tan fértiles y solitarias con ese escuálido rocin?
- Hidratarnos para poder continuar el camino que nos llevará a las tres llaves de la felicidad.
- Me gusta tu entereza y tu decisión. Has sido paciente y leal... Aquí tienes las tres llaves.
Si continuas por aquel sendero llegarás a un castillo. Mira bien en tu interior, solo tienes una oportunidad para hacer coincidir cada llave con la puerta que le corresponde. De cada habitación solo puedes elegir una cosa, si vuelves a por más o te equivocas de puerta, la maldición caerá sobre ti y permanecerás atrapado en el castillo para siempre. Si lo consigues tu padre sanará y tú verás recompensado tanto esfuerzo.

Eufórico y con las llaves en la mano, cabalgó a toda velocidad hacia un destino incierto.

El castillo, venido a menos, tenía una entrada de fácil acceso y como le había dicho la anciana, todos los pasillos tenían puertas y todas eran aparentemente iguales. Se tomó su tiempo hasta que decidió las tres puertas.

La primera llave abrió sin problemas. Miró y no podía creérselo.Había miles de animales paseando por la inmensa estancia. Paseó despacio mirando la fauna que le rodeaba, no dudó al ver el caballo más bello que jamás había visto. Era blanco y destacaban unas alas enormes con todos de arco iris. Cogió las bridas y salió de la habitación.

Con la segunda llave tampoco tuvo dificultades. Miró y esta vez no se sorprendió tanto... volvía a ver miles de animales, pero a diferencia de los otros, estos hacían cosas inusuales en el mundo real. Los búhos hablaban de filosofía, los gatos patinaban, había osos que pintaban con oleo... entre tanto prodigio escuchó un sonido delicioso y envolvente. Era un loro pequeño y gris capaz de reproducir según el momento la mejor música que nadie compuso. Lo acarició y salió seguro de haber elegido bien.

Quedaba solo una llave y empezó a estar nervioso. Respiró profundamente al meter la llave en la cerradura. Bien, abrió girando con entereza la muñeca, estaba ante su última elección. Cerró los ojos (era mucha responsabilidad) y al abrirlos, los cerró de nuevo... ¡Cuántas mujeres! ¡Qué atractivas son todas! ¡Y de todas las razas!

Aquí tuvo menos duda que en las dos ocasiones anteriores cuando vió en el aire, bailando con frenesí una figura escultural bajo una túnica de seda blanca; al girar, olservó a la mujer más hermosa que jamás había visto. Tenía piel de melocotón, la mirada profunda y unos labios para entretenerse en ellos. Nunca tanta armonía había tenido una imagen de paz más coneguida. Le dio la mano y dirigiéndose a la salida, cerró la puerta.

¡Lo había conseguido! ¡Era fantástico! Pensó que tenía todo lo que cualquiera puede desear.

- Un caballo que vuela y puede llevarte donde desees. Libertad.
- Un loro que sonigue las melodías adecuadas en cada momento de tu vida. Música de fondo para siempre. Alegría.
- Una mujer bella e inteligente y que además transmitía serenidad. Amor.

Montó sobre el caballo llevando al pájaro en el hombre y sintiendo a la mujer en su espalda. Solo tuvo que susurrarle donde iban, para que se elevaran sobre las nubes dejando en pcos minutos una inmensa estela dorada que se veía en todo el reino.

Su padre que estaba recuperándose por momentos, le preguntó por su larga ausencia y él le explicó todo lo ocurrido.
El rey en ese momento, estuvo seguro de dos cosas. Que su hijo había sido inexorable en su objetivo y que todos iban a ser felices... aunque dudaba si comerían perdices, por aquello de que él prefería un reino verde respetando a todo bicho viviente.

COLORIN, COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO. "

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