sábado, 4 de noviembre de 2023

LA VIDA. ¡QUÉ SORPRESA!











Qué sorpresa el desfile de las fuerzas armadas.

Una semana de preparativos, la complicidad del tiempo (un sol deteniendo a las nubes), y el público expectante.

Unos momentos antes de empezar la exhibición, un militar reparte banderitas españolas a los niños y a los que están lejos les llegan volando. Una de éstas la intercepta una señora provocando la protesta de todos los que allí estábamos. “Era para ese niño…”  “¡Es mía! ¡Sólo se la doy si a mí me dan otra!”. Naturalmente se fue de vacío porque estamos es una democracia, es decir, es un país sensato. 

Qué sorpresa esta exhibición militar.

Los uniformes, el paso marcial, las medallas… También mujeres, pieles de colores, soldados pensando en los demás. Se nota que estamos más relajados.

Qué sorpresa mis lágrimas.

Empezaron a desfilar por las alturas. Mi compañero señaló el primero de los aviones y me dijo: “Cuesta más que el presupuesto de algún país”.  El cielo se llenó de nubes. Inmediatamente aparecieron los blindados, los carros de combate, tanques y demás construcciones guerreras, seguidos por batallones de hombres y mujeres capaces de hacerlas “hablar”. También ambulancias y ayuda humanitaria.

No paré de llorar mientras duró la exhibición. Estaba viendo la razón de la fuerza y este recuerdo iluminó la memoria de tantos y tantos muertos que lo fueron porque la razón no encontró ejército. Lloraba sin amargura, pues estoy segura de que la mayoría allí presente querría un mundo mejor, más justo, menos violento… pero lloraba. Sentía como si gritasen a través de mí los que se fueron: “No queremos ni uno más, estamos los justos para denunciar la injusticia de no estar a la fuerza”.

Qué sorpresa los hombres que asumen la derrota y evitan con ello la violencia.

Sebastián Castellion es el autor de esta frase: “Matar a un hombre para defender una doctrina no es defender una doctrina, es matar a un hombre”. No la conocía y fue a través de Francisco Carrasquer (Premio Nacional de las Letras Aragonesas 2007) en su libro “Miradas de Eternidad” donde encontré esa razonable sentencia. Me emocionaron esos puntos comunes que Francisco Carrasquer encontró entre Miguel Servet y Espinoza como faros de lo que el ser humano debería exhibir:

  • La libertad de expresión del pensamiento dónde, cuándo y cómo sea.
  • La tolerancia como base de convivencia, contraste de pareceres y bienestar.
  • Unos mínimos cimientos de estoicismo.
  • Amor a la ciencia que se trasluce en la exposición y demostración.
  • Síntesis de lo racional y lo místico, de la razón y la intuición.
La Vida. ¡Qué sorpresa!

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