viernes, 31 de diciembre de 2021

EL TANGO CON DARIO - Páginas de su historia










Zaragoza nos despidió compartiendo con nosotras la interrogante de un viaje inesperado.

Aprovechamos los "pasillos" del tiempo entre vuelos para ver a la familia, y conocer algún aeropuerto, "aeroparque", como dirían ellos.

Pasadas 26 horas desde que salimos de casa, la entrada en Buenos Aires no pudo ser mejor. Silvia nos recibió con la hospitalidad del propio nombre, preludio de una acogida intemporal.

Desde su coche los primeros contrastes. Atravesamos un barrio lleno de sueños pendientes y alguna pesadilla, pero el final del camino, como la misma vida, terminaba en el paraíso. Una casa (que sería la nuestra durante esos días) rodeada de naturaleza verde, árboles, jardines, pájaros y algún habitante más que luego nos visitaría., modificó la primera impresión de inquietud. Pero quedarle solas en un espacio tan abierto nos preocupaba un poco.

Silvia nos dejó instalándonos, pero poco duró este abandono, menos que la cortina entre dos tangos. Enseguida volvió acompañada. Este intervalo parecía hecho a propósito para subrayar la llegada de Juan, el alma de una casa que hasta entonces había estado vacía. Juan nos guardaría día y noche, añadiendo a su seguridad un ritmo en nuestro descontrol horario. El café del desayuno y el de regreso (no importaba la hora que marcase el reloj) mantenía el latido cotidiano que tiene el hogar.

El recibimiento lo enriqueció Teresa con unas exquisitas empanadas que renovaron nuestras energías y cuya receta no llegamos a conocer.

¡Qué decir de Zaida!, la pequeña hija de Silvia. Tan pocos años para tanta madurez.

Nos volvieron a dejaron solas un ratito. Digo bien solas, la soledad precisa un paisaje especial y estaba perfectamente protegida nuestra intimidad por ese excelente guardián que compartió nuestro viaje.

El Club de Leones y el Rotary Club tuvieron la cálida idea de invitarnos a una reunión de "familia" y a la cena posterior cocinada por las "chicas". Una placa conmemorativa deja constancia de su amabilidad con nosotras, además de un "corazoncito" (un símbolo del Club)  que nos hizo latir con ellos.

Terminado el encuentro fuimos a perdernos por Buenos Aires. Exactamente perdernos. A pesar de que no bailamos esa noche, fueron tres horas de paseo con encanto: San Telmo, Piedras, Corrientes, La Ideal-no vista, Casa Rosada… Café Tortoni-no visto...

El regreso a casa. La sorpresa de volver escoltadas por una patrulla de la policía nos hizo comprobar que las advertencias de prevención "exageradas" en su momento, se quedaban chicas comparadas con la inseguridad equivalente a la protección recibida.

Silvia tenía compromisos al día siguiente. Decidimos hacer el viaje solas. Remis, tren, autobús, en total dos horas y media para recorrer los 35 kms que nos separaba de Buenos Aires. Flora nos esperaba en su casa para comer. Después nos llevaría a la milonga Sin Rumbo, un lugar amplio donde bailamos los primeros tangos con acento (aunque hay quien pronuncia muy bien en Zaragoza, Córdoba, Granada, Madrid...)


                Llegamos a “Sin rumbo” con un claro objetivo ¡¡¡bailar!!! Allí no es lo mismo que aquí. No está bien visto que las chicas tomen la iniciativa. Es todo un ritual al que hay que acostumbrarse. La mujer pasea su mirada y el caballero sustituye la palabra por una combinación gestual que casi siempre incluye un levantamiento de cejas. Este “izamiento” puede quedar en sorpresa porque la mujer pase de largo ignorando su puesta en escena o, consiga un balanceo de cabeza que termine con los dos en la pista.

                Pero, una vez más, la paradoja. Para que te saquen a bailar tienen que saber que bailas bien. Y para ello tienes que bailar. Rogamos a Silvia que hiciera algo para que quien tuviera el mando de aquella milonga diera una respuesta a ese callejón sin salida. El “capitán” bailó con nosotras y ya no paramos en toda la noche.

                La inseguridad era mucho más real de lo que pensábamos. De nuevo, al regresar, una patrulla de policía nos esperaba para escoltarnos hasta casa. Nos dejaron en buenas manos. Juan, el guardaespaldas. Un chico de uno treinta y tantos que consiguió protegernos a las tres de cualquier miedo a un posible peligro, no por su preparación física, ni por las armas que llevaba, sino por lo que ya os adelantaba en el relato anterior. Nos daba seguridad el ritmo del café matinal y nocturno, donde compartíamos con él lo ocurrido en cada jornada.
               





Carta de Juan, nuestro guardaespaldas. La leímos en el avión y se nos cayó agua encima. Por eso los borrones.






Boletín de información Tanguera de periodicidad imprevisible.

Número 2.  JULIO-AGOSTO-2001

LetraMaleva@euskalnet.net




Entrevista:
María Bernad

María Bernad reside en Zaragoza. Recientemente pudimos estar con ella en el V Encuentro de Aficionados al Tango, en San Sebastián. Charlamos, bailamos... y nos quedamos encargados de tratar de dar a conocer su obra en estas tierras. En ello estamos.

LM: María... tanguera.... y "escribidora" de poemas... ¿Como llegas al tango?
MB: Siempre estuve cerca del tango, pero llego a él cuando empiezo a bailar.

LM: Y a la poesía?
MB: La poesía es la música de la filosofía. Las ideas toman cuerpo en ese perfume que llega, a todos los rincones del ser humano.

LM: Unes tango y poesía en tu libro. Hablanos de  "El tango con Darío".
MB: La estructura en la que se mueve la danza del tango es tan compleja como la vida misma, un idioma universal que me ha impresionado profundamente. Es el idioma que más se acerca al lenguaje por excelencia que es la palabra.

LM: Que supuso el premio alcanzado en Buenos Aires para ti y tu libro?

MB: Todo lo que rodeó aquel entrañable viaje a Buenos Aires forma parte ya de la biografía del libro. El premio habla bien de quienes organizan estos encuentros que rompen distancias ficticias. En este caso la Casa de las Letras de José C. Paz, con su Directora Silvia Arzac al frente.
Mi mayor orgullo ha sido escribirlo. Nada podrá compararse ya con la alegría que acompañó su nacimiento. 

LM: Cuéntanos un poco la auto.edición del libro.
MB: Intenté la publicación de "El tango con Darío" con editoriales de prestigio y alguna local. No pudo ser, principalmente, por el aspecto económico. No era rentable. Tomé entonces la iniciativa y estoy encantada con la experiencia.  Tiene el inconveniente de la difusión y la ventaja de estar fuera de todo lo que no sea el interés de compartir el libro.

LM: Nos recitarías algún poema de tu libro??
MB: En general, no me gusta la poesía leída por otros y me da pudor hacerlo yo, pero tengo un amigo Justo Erdociain, que dice el poema y deja el espacio para que tu emoción diga también. Con él hay un proyecto de grabar un recitado. (Ya tengo un adelanto precioso)
La responsabilidad de elegir tres poemas te la paso a ti.  Para mi son todos iguales pues todos pertenecen a la unidad del libro.

LM: Entonces... vamos:

Las manos

Mi mano enlaza la tuya. La otra nos acerca.
Me tomas
Rompiendo la frontera
La mirada descubre el nuevo centro.
Ya todo gira entorno nuestro.

El paso básico

Tú y yo,
Somos uno y el silencio.
Ya no hay  más.
Pero si ese silencio, celoso,
Quiere hablar de si mismo,
Vamos al dos y al tres con él,
Cuatro, cinco, seis, siete...
Hasta llegar al ocho,
Sin encontrar salida al laberinto.
Su rescate te cuento.

El boleo

Vamos, de donde vinimos.

Como si fuera un junco me cimbreas
Para ver si me rompo.
Mi pie, ahora veleta,
Indica la dirección que tomaremos.
Pero las dudas sobran,
Pues siempre vamos donde los dos
Queremos.

LM: Quien es, según tu criterio, el mejor poeta del tango, el que mas te gusta?
MB: Me gusta cómo está hecha esta pregunta. Mi compañero siempre distingue entre opinión y criterio.
No sé si hay "poetas del tango". ¿Rilke? ¿Machado? ¿Miguel Hernández? ¿Holderling? ¿Tagore? ¿Juanramón? Poesía sólo se puede escribir desde esa lucidez. Lo demás queda en la oscuridad que divide opiniones.

LM: Bailar tango es escribir poesía con los pies??
MB: Bailar es leer el pentagrama de la tierra. Bailar tango, hablar con tu lado oculto, leer en el otro.

LM: Escribir poesía es bailar internamente arropado por el bandoneón de nuestra propia alma??
MB: Quítale las interrogaciones y sé un poco más atrevido. Sustituye la palabra "arropado" por "seducido". Cada tango es una entrega total.

LM: Tu figura, tu paso, preferido al bailar un tango??
MB: Caminar me parece lo más difícil en el tango. Cuando los pasos, el vocabulario, desaparece y escuchamos el silencio. En ese espacio caminamos por nuestro interior.

LM: Unas palabras semi-finales??
MB: En el tango todo es importante. También el espectador. La exhibición que el tanguero realiza al bailar en público, nada tiene que ver con el exhibicionismo. No sería tango. Es un juego, una inteligencia entre el espacio creado por quien contempla y el baile contemplado que dará sentido a ese espacio.
En un primer momento, el espectador primerizo solo ve una parte de lo que ocurre en ese baile. Descubre luego que lo que ve no corresponde a la realidad de lo que ocurre, pues no reconoce el origen de la emoción que embarga al bailarín. Esto dura poco, pues esa emoción le acaba emocionando.
Parejas y espectadores ya son inseparables.  El tango rompe, una vez más, cualquier línea que limite el horizonte.

LM: Y el punto final??
MB: Cada tango es único, irrepetible, como cada uno de nosotros.





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