lunes, 22 de mayo de 2023

MI MADRE - 22 DE MAYO 2021

 


Mi madre, señor cura, se decía católica. Y lo era en la medida que no podía admitir un final sin trascendencia. 

     Pero no creía en esa parte oscura que amenaza, porque ella no hubiera consentido un infierno para nadie. 

    Era, sin duda, hospitalaria. 

    Tenía por corazón un inmenso oasis en el que todo el mundo pudimos descansar.   

    Cocinaba bien. Así de literal y de profundo. Y el bien, se dejaba querer para estar cerca de quien le iba a acercar a todo el mundo y por eso, no quería salir de sus pucheros. 

    ¡Hala, chicos, iros a dar una vuelta!, exclamó. 

    Nos lo dijo para quedarse sola y encontrarse. En estos últimos días le llamó la atención que alguien llamaba. 

    Siguió el camino de esa voz conocida que cantaba su nombre y se encontró con ella, con Julia. (Antes, con tanta dependencia le fue difícil hacerlo). 

    Nos reñiría si nos viese llorar. 

                       ¡Hala pesaos, dejadme en paz! 

    Deberíamos dejarla así, en paz, con la alegría de haberla conocido y el final feliz de que ella, Julia, puede estar ¡por fin! a solas con ella misma. 

                        Julia y cielo siempre fueron sinónimos.

 


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