domingo, 14 de agosto de 2022

VIOLENCIA DE GÉNERO (HUMANO) - Capítulo 10

Prestando voz a quien no la tiene.




Argumentos para una separación


Hemos recorrido juntos un largo camino y dibujado una vida en común felizmente fecunda. En la última etapa hubo un cambio imperceptible de vía que nos ha situado en paisajes distintos.

Tenemos dos cristales. Donde uno ve monte, el otro dibuja una llanura y no hay forma de lograr un acuerdo entre dos realidades que se incomunican por los torpes reproches a quien nos deja, por seguir su camino.

A primera vista no se entiende nada. Desde lejos no se ve la realidad de lo que ocurre y hay que acercarse a todos y cada uno de los hilos para ver donde se formó el nudo de esta historia.

Deberíamos, serenamente, desandar lo andado, para encontrar el momento en el que nuestro jefe de estación cambió las vías. El amor es el bailarín más experto en cuyos brazos solo una cosa se puede hacer: ver lo que se hace.

Para conseguir esta lucidez nuestra naturaleza hará lo imposible. El conflicto está en que a nadie le es permitido sustituir al otro en su trayecto. Es cada uno, en primera persona, quien debe tomar las riendas de su vida, asumiendo cualquier riesgo. En mi equipaje tengo la certeza de que se ama sin pedir nada a cambio. Mas aún, recordando que nos dieron sin estar obligados. Que somos mendigos del amor y que el empleo es fijo. Que se quiere sin red y ese es el riesgo. Recíprocamente, el destino nos guarda un lugar preferente en nuestro centro, al que siempre podemos retornar. Solo en ese giro hacia la inocencia podremos descubrir en qué momento se dio la vuelta Eros, para “alejarse un poco” y protegernos de aquella seducción que pudiera despistarnos demasiado de nosotros mismos.

En la bondad de la vida ya estamos encontrados. ¿Por favor, me das algo?


















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