lunes, 10 de diciembre de 2018

RECUERDOS TANGUEROS 2007






Domingo, 11 de noviembre de 2007







ADOR nos invitó a compartir el “Día del Socio” y agradecimos su hospitalidad bailando.

Empezamos el día con un desayuno en La Venta del Barro, lugar que para muchos de nosotros ya es familiar. El destino era Castellote, municipio del Maestrazgo por el que pasearon los dinosaurios.

Llegamos pronto y aunque no conocíamos a los organizadores nos identificaron enseguida. QUINCE tanguer@s admirando ese precioso pueblo no pasan desapercibidas y así, en plena calle, intercambiamos saludos y abrazos.

Repetición suena a ritmo y aunque ya habíamos saciado el apetito mañanero, nos tentaron los castellotanos con el ofrecimiento de probar sus productos típicos, cosa que aceptamos con moderación, no porque tuviésemos remilgos, sino para dejar espacio a la comida.

En Castellote existe un Torreón dedicado a mostrar una parte de la historia que en la Edad Media dejaron los Templarios y allí fuimos en bloque. Al salir nos separamos. Unos buscaban lo inmediato (un café) y lo encontraron. Otros quisimos ascender a las alturas sin avisar. Consecuencia de esta imprevisión encontramos las puertas del castillo cerradas y como somos personas con recursos nos apuntamos a la primera opción.

De nuevo todos juntos oímos la palabra “vermú” y la hicimos nuestra. Que pudiéramos disfrutarlo en terraza hay que agradecérselo a San Martín, a su veranillo. Allí entre risas (siempre respetuosas) por el nombre del bar que nos acogía (La Tía Pindorra) olvidamos el mal sabor que nos dejó (sobre todo al Presi) no haber podido visitar la subsede del parque temático Dinópolis y concretamente el “bosque pétreo”, debido a que quienes estaban encargados de mostrarlo estaban en comisión de servicio y no habíamos anunciado nuestra visita.

A las 14,30 en punto, la comida. Sentadas a la mesa estaban más de 80 personas (el 10% de sus habitantes) decididas a dar buena cuenta del exquisito menú que no repetiré para no dar envidia a quienes esto lean. El postre éramos nosotros.

Después del café tuvimos tiempo para vestirnos de fiesta en dos habitaciones (una rosa y otra azul) ofrecidas por la organización y puestas a nuestra disposición por el Hostal Castellote a quien agradecemos el detalle.

Finalmente bailamos. A partir de ahí, lo de siempre. Emoción y sorpresa por la emoción. Contagiamos y los espectadores dejaron de serlo para salir a la pista animados por un dicharachero Eugenio.

Nos despedimos con la promesa de volver y se quedó en el tintero una letra de tango escrita entre todos que sugeriremos pase a formar parte de esas cortinas en vivo que alguna vez nos hemos regalado. ....

QUINCE es un bonito número. El dieciséis es Marcial/Orlando.




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