Tenemos que escuchar la segunda voz. El individuo a la sociedad, los partidos políticos a los ciudadanos.
No es la misma sociedad española aquella del tanto por ciento de analfabetos que la educada actual.
Tenemos que resistirnos al atraco.
Quien tiene la pistola del dinero sabe que si aprieta el gatillo mata a quien se lo procura y todos saltamos por los aires.
El auténtico valor es el trabajo de los asalariados y empresarios como actividad social.
Lo social lo es por ese tejido en el que todos intercambiamos lo que sabemos hacer.
Esto es sentido común. Sentir juntos en la misma dirección. Solidaridad, avance y apertura.
Seamos una familia universal. Aquellos que tienen más madurez expongan con autoridad la frontera entre el “mío” y el “tuyo”.
Los niños, hasta un determinado desarrollo, no son capaces de jugar con esas diferencias.
Un paraíso fiscal, es un niño malcriado.