Mayo-98
Mi querida Danae. ¡Qué edad tan preciosa la tuya! ¡Qué maravilloso el misterio de la adolescencia! ¡Qué perfección de sentimientos!
La madurez no es otra cosa que hilar toda esa vivencia que el destino amorosamente arroja sobre nosotros de forma tan inesperada.
En poco tiempo los chicos se han vuelto "casi" imprescindibles (dentro de poco sobrará ese "casi") y esto supone unas vivencias tan sorprendentes que necesitan toda nuestra atención. Se convierten en lo único importante. Y esta novedad sólo puede entenderla alguien que esté viviendo lo mismo, o sea, tus amigas y amigos.
Para ti es un mundo nuevo. Para tus padres, esta nueva relación contigo, también. Aquí viene el conflicto. Tú quieres, necesitas, ocuparte de tu felicidad y ellos quieren evitarte errores y sufrimientos por los que en su adolescencia pasaron. Es una pieza que hay que saber bailar.
Tienes el derecho a exigir tu espacio y la obligación de entender por qué a veces te lo invaden. Los dos "bandos", tú y tus padres, tenéis el mismo objetivo. Tu felicidad. La victoria está garantizada porque todo se desarrolla entre amigos. (Ellos son, y nosotros damos fe de ello, unos excelentes amigos).
Una última reflexión. Cuando hablamos de felicidad no quiere decirse que no haya sufrimiento, sino que en nuestra madurez ya está contemplado el tiempo necesario para superarlo.
Un cariñosísimo abrazo.
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