Los momentos duros, conflictivos, tristes, agobiantes, desesperados, oscuros, interminables… que inevitablemente tenemos que vivir, deberíamos asumirlos responsablemente en primera persona. Esto es fácil decirlo, pero complicado llevarlo a cabo.
Complicado, no porque no queramos, sino porque no sabemos.
Tropezamos en nuestro propio dolor y rompemos “sin querer” esa estructura de cristal en la que el destino nos envía mensajes.
Los mensajes, aparentemente, no solucionan nada porque están encriptados y solo podemos leerlos una vez atravesado el túnel. En ellos se nos da la bienvenida y… un mapa de “cómo atravesar lo que acabamos de atravesar”.
Nos adelanta algo proyectándolo en los demás. Para leer en los demás hay que mirar, más o menos, como en esas láminas del “Ojo mágico”.
Bueno, ya está bien por hoy.
Un abrazote
María