martes, 25 de octubre de 2022

33.- ZIMMER






Una velada elevada al cubo



Desierto:
     Dunas no muy altas. Zonas de espacios rocosos y un pequeño cañón. Allí un oasis no muy grande aunque frondoso. Escondido. Hay una meseta con algo de vegetación escasa. Algún arbusto. Conforme se aleja aparece más arenoso. Periódicamente sorprende una cascada que tiene relación con las lluvias.
Cubo:
     En el oasis. De tela de lino color crema. Aristas de madera. Se puede levantar y forma un techado, como una medio carpa.
Escalera:
     De cuerda, con travesaños de madera, digamos una escala. Para subir a alguna palmera, un escarpe…
Caballo:
     En el oasis. Tranquilo. Disfrutando del hogar. Oscuro con la crin y cola negra, o negro azabache. Raza árabe, brioso. Inmejorable. Con bridas, pero sin aparejos.
Tormenta:
     Estoy protegida. Resguardada debajo del pequeño techado, junto al fuego. También puedo oír los truenos y contemplarla desde la montaña. Estoy tranquila, estupendamente y bien acompañada.
Flores:
     Un magnolio. Rosas del desierto (de sílice). También las hay sencillas, típicas del paisaje.





Tenemos reservado un asiento en la lumbre.
Cada noche abrimos la puerta a un amigo que quiere conversar.
 Podría ser éste el hogar de Hölderlin.
Su punto de equilibrio.

Aquí puede encontrarse el cielo con el fuego sin ningún desafío…
… y con sus ojos.

Aquellos que no pudo mirar por estar prohibido
y velaron los suyos de ternura.

Aquella ternura que llamó la atención de Apolo
y le hirió (sin querer).

(Zimmer, el carpintero, asiente. 
Él lo conoce bien. Su hogar podía haber sido el nuestro).

Ocurre alguna vez, que esa flor tan querida,
recupera sus pétalos
y vemos a quien, al vernos, abandonó sus dudas.

*




sábado, 22 de octubre de 2022

RESPUESTAS A PREGUNTAS EN EL 2006

 





¿Eres criatura de Dios o formas parte de Él? (Independientemente de tu concepto              de Dios)

Solo he oído hablar de dios a los seres humanos. Entre otros muchos autores, me gusta lo que dice Jorge Wagensberg sobre ello: “Lo natural es la obra de Dios, lo artificial la obra del nombre y lo sobrenatural es lo artificial de dios”.

 

Si todo lo que eres capaz de saber lo supieras ya, (caso de que fuese posible),            ¿desearías seguir viviendo?

Todo lo que soy capaz de saber incluye el final. Por eso no me queda tiempo ni espacio para los deseos.

 

¿Existe el mal?

Sólo el bien se preocupa de los otros aspectos. El mal no puede identificarse como tal porque en cuanto lo intenta el bien lo hace suyo.

 

¿Crees que en el Universo existen algunas cosas “mejores que otras”?

Sólo como un juego para provocar que el mejor vuelva a serlo incorporando al peor.

 

¿Desearías no tener un cuerpo físico?

Quiero lo que tengo

 

¿Crees que “en otra vida” volverás a ser la misma?

¿Quién iba a hacer mi papel mejor que yo?

 

¿Consideras normal que un animal carnívoro cace para su sustento? ¿Fue esto        siempre así?

Sí. Lo que no es normal es cómo interpretamos ese hecho tan natural. Cuando el animal come no mata, incorpora.

 

¿Has encontrado en la sonrisa o en la mirada de alguien un resplandor que sea tu   propio destello?

Sí. Eso es relativamente fácil. Lo difícil es librar a los demás de aspectos negativos que, no siendo suyos, les proyectamos.

 

¿Crees que el perdón lo arregla todo?

El perdón da (a quien perdona) una nueva oportunidad de que salga bien lo que se intenta hacer bien.

 

¿Crees que se puede ser feliz en forma permanente?

La felicidad es “permanente”. No por acostumbrarnos a ella desaparece.


miércoles, 19 de octubre de 2022

31.- LA DIANA





Una velada elevada al cubo


Desierto:
    Dunas suaves. Arena color cálido, dorado. Retirado, un oasis.
Cubo:
    De piedra. Macizo. 3 x 3 metros. Asentado en la arena.
Escalera:
    De piedra. Apoyada en el cubo. Sube a la plataforma superior del cubo.
Caballo:
    Blanco. Buena crin y cola. Esbelto. Merodeando entre el cubo y el desierto. A su aire. Pendiente de todo y retirado a la vez.
Tormenta:
    Fuerte. Lluvia. Descarga mucha cantidad en poco tiempo. Después despeja. Lo limpia todo. Se ve entre nubes y claros el sol. Arco iris.
Flores:
    Vegetación. Florecillas silvestres. Algún cactus.

(Paula  Barcelona 1924-2006)

¿A qué esperas?

Tenemos energía. El arco está tenso.

Ya puedes hacer diana en tu nombre.





sábado, 15 de octubre de 2022

29.- LA DECISIÓN





Una velada elevada al cubo


Desierto:
      Mucha arena. Un río que desemboca en el mar. Muchas dunas. Zona montañosa. Un cono de vegetación. Oasis. Mucho calor. Contraste, mucho contraste. Inmensidad.
Cubo: 
      De piedra. Está introducido en la arena. Cierta inclinación. "Espetado". Sólido. Bastante grande. Para verlo todo hay que rodearlo. En zona montañosa, árida.
Escalera: 
      De piedra. Muy ancha, más que el cubo. Como un bucle ascendente. Sube la ladera de una montaña. A un lado una pared de piedra. al otro el vacío.
Caballo:
      Blanco. Suelto, sin aparejo. En la zona del río, entre montañas. En una cavidad, una cueva. Tranquilo. Bien lucido.
Tormenta:
      Muy a lo lejos. En la línea del horizonte, al fondo. Una tormenta marina, una galerna. Aparato eléctrico. No afecta al desierto. Le añade aire, viento, frescura.
Flores: 
      Blancas entre los juntos. Pequeñas sobre la montaña, en la zona sombría. Azules muy abundantes





Eso no es un desierto, sino un completo paisaje que lo incluye.

     Hacía tanto tiempo que Hércules esperaba la manzana, que este mundo fue espetado sin contemplaciones en cuanto Atlas le acercó aquel dorado fruto. Desde entonces parece todo traslocado.
     Ahora es una pesadez recorrer este páramo y al momento las notas de un violín envuelven la aridez y la trasladan fuera, dejando el clima cálido, perfecto, para nacer de nuevo.
     Agobiados hoy por problemas (que lo son por mirarlos con lupa), podemos ser mañana tan ligeros como el color azul del pensamiento.
     Es este un corazón tan lleno de contrastes, que sólo un hábil narrador lograría no dejarse nada en el tintero.
¿Nos atrevemos?


***





jueves, 13 de octubre de 2022

28.- CERTEZA





Una velada elevada al cubo

Desierto:
Muchas dunas. Enorme. Sin límites. En medio un río con oasis y muchas palmeras. Viene alguien de lejos, desconocido. Inquieta.
Cubo
        Grande. De adobe. Como una casa pequeña. Hueco por dentro. En la parte de arriba un valle.
Escalera
        De adobe, pegada al cubo. Para subir a la azotea.
Caballo: 
        Árabe ¿color…? Al lado del cubo. Baja al valle. Es mío.
Tormenta:
        Cielo oscuro. Llueve mucho. Rápida. Deja un ambiente fresco y húmedo. Todo en calma.
Flores
        Hay una parra al lado del cubo. Da sombra, uvas y vino.


(Juan Jiménez)

Lo inquietante sería si aquel hombre se fuera, pero viene.

Pensamos que podría quedarse y se nos queda como un huésped de lujo.

Ofrecemos y añade su alimento.

Contagiará su calma y no sabremos estar sin llegar hasta arriba, hasta el fondo.

Allí no hay horizonte (engaño) sino líneas de espejo.

Podremos prescindir de lo seguro, sin miedo.

Tenemos la certeza y eso es tocar el cielo.






martes, 11 de octubre de 2022

27.- ¡QUÉ MÁS DA...!





Una velada elevada al cubo

Desierto:
      Extenso, luminoso.
Cubo:
      De colores. Maleable. Pequeño. Abarcable. Me lo encuentro.
Escalera:
      Para subir las dunas y llegar al otro lado. De fibra natural (vegetal) consistente.
Caballo:
      Negro. Veloz. Elegante. A distancia.
Tormenta:
      Estupenda. Truenos potentes, relámpagos luminosos. En la mejor compañía.
Flores:
      Un jardín que sorprende con lirios.




(Principio 2008 - Juan A. Jiménez)



Despiertas, se dormirá lo efímero y para compensar... no preguntamos.

Dormidas estamos más despiertas, porque el sueño ilumina "el otro lado" y nos vemos completas.

Espera, voy ahora.

Qué más da dónde estoy, si soy, y tú me quieres





domingo, 9 de octubre de 2022

26.- LA PARTIDA DE AJEDREZ









Una velada elevada al cubo

Desierto:
Arena con dunas
Cubo:  
       Metalizado. Acero inoxidable.  1m. arista. Primer plano. Apoyado en la arena.
Escalera:  
       De mano. Metálica. 2m. de altura. Pocos peldaños.  Encajada en el suelo. Vertical. Cerca del cubo.
Caballo:
       Blanco. Crines abundantes. Quieto, a cierta distancia. Segundo plano. Entre el horizonte y la escalera. Quieto. mirando hacia el primer plano.
Tormenta:
       De arena. A lo lejos, sobre el horizonte.
Flores:
       No hay


Qué extraña esta partida de ajedrez.

Nos habla de aquel rey que debía y no pudo pagar, por esa lógica de no saber contar.

Qué extraño recorrido el de un grano de trigo en un tablero.

Misterioso el destino que parece que habla y solo mira.

Y nos mira diciendo que hay que ganarle la partida al tiempo.



El tiempo objetivo, sucesión matemática de días y años, marcados por los movimientos de rotación y traslación de la Tierra, transcurre inexorable, indiferente a lo que hagan los humanos. No juega al ajedrez.

     El tiempo subjetivo, el de la experiencia individual, acomoda su paso al devenir de la conciencia, se estira y se encoge a la medida del yo y sus impulsos vitales. Jugar contra él es jugar contra sí mismo.

     El destino es como los dioses de Epicuro: no existen y, si existieran, no se ocuparían de los hombres. El destino no habla, ni siquiera mira.

     A no ser que el destino sea la habilidad del yo para llevar a cabo sus proyectos. En ese caso es uno mismo el que se mira y se dice que hay que ganarle la partida al tiempo, es decir, a sí mismo.

     Oír el silencio es oír la voz interior. Y esa voz interior, alertada por María, dice que uno mismo es el jugador, el rival, el tablero y la partida.

     ¿Tan extraña resulta?

                                                        

***

     No lo era, pero volvemos a encontrarnos en el punto de partida. Preguntar lo que estaba ya resuelto ("extraño es extranjero y no lo somos, diremos, pues, misterio") nos coloca de nuevo en la salida. Pero acepto que exista un camino mejor para ver totalmente ese paisaje que desde esa conclusión ("oír el silencio es oír...)  nos es tan conocido.





viernes, 7 de octubre de 2022

25.- ¡DÍME!





Una velada elevada al cubo


Desierto:
      Dunas altas, color naranja. Atardecer.

Cubo: 
      Pequeño, metacrilato. Flotando en el espacio. A la derecha.

Escalera:
      Metálica, grande, dos cuerpos en horquilla. Muy al fondo.

Caballo:
      En lo alto de la duna, andando, blanco. Yo voy montado en él.

Tormenta:
      Cerca. Bastante agua y rayos. Me mojo. No tengo miedo.

Flores
    Ni una.







Recorremos sus pasos para ver si alcanzamos la vida que se oculta.

Iremos a buscar la inocencia y ella nos quiere quietos.

Algo dice esa huella. Te leo:

“Hay que pisar la tierra para llegar al cielo”

Mi pequeña, ¡hacía tanto tiempo...!






***

miércoles, 5 de octubre de 2022

24.- MI MADRE





Una velada elevada al cubo

Desierto: 
      Llanura enorme. Llamas. Saharahuis con turbantes corriendo. Tienen sed y van a beber agua.
Cubo
      (1m x 1m) Madera blanca y está sobre un pilar, porque si no no se vería. Al comienzo del desierto, donde hay ruinas romanas y todo eso...
Escalera:  
      Al otro lado de la columna. Hay caballetes y muebles. La veo allí, blanca y de madera.
Caballo:
      Rojizo, tirando a marrón. Está parado con un caballista a tiempo de montarse. Hay gente por allí y está entre el cubo y la escalera.
Tormenta:
      Está todo en calma.
Flores:
      Hay un puesto de cosas antiguas, gente... hay muchas flores raras y silvestres.





     Tenemos sensación de estar siempre velando. El desierto y nosotras somos incompatibles. Garantizado el alimento por los siglos, en la maleta llevamos un oasis. Sabemos contarle a la tormenta un cuento para que no haga ruido y así no despertar a quien descansa. Sin duda, somos hospitalarias.
     Pero miremos más al fondo en esta "vela". Nos llama la atención que alguien nos llama (con tanta gente resultará difícil encontrarse). Le seguimos la pista a esa voz conocida que late y tararea sin que dé con el ritmo. (No "damos", no encontramos, porque miramos fuera).
     Dejemos que se acerque.
     Mas tarde o más temprano descubriremos ser nosotras quien pronunciamos:  ¡Julia!.
    
***

sábado, 1 de octubre de 2022

22.- LA LUNA






Una velada elevada al cubo

Desierto:
      Muchas dunas. Atardecer. Sol naranja. Arena amarilla, fina. Chimeneas de hadas.
Cubo:
     Grande. Azul metalizado. Aristas redondeadas. Apoyado sobre un vértice, encima de una de esas chimeneas.
Escalera:
      Mármol. Alta. Apoyada en una duna para elevarme del suelo.
Caballo:
   Negro brillante. Con una mancha blanca frontal, alargada. Crines sedosas. Está al final de la escalera.
Tormenta:
     Cielo negro. Mucho aire. Relámpagos y truenos. Granizo. Agua. Ocurre al fondo, a la derecha.
Flores:
     No hay flores, no pintan nada.
     Un anciano indio mira el sol. Está ahí.



Una voz nos dijo una vez: "Estás tan guapa que todos los chicos querrán besarte". Y era cierto.

Semejante afirmación hizo palidecer de celos a la luna, (palidecer digo, pues rompió en miles de hilos luminosos la caricia dorada que la cubría).

Una vez repuesta de su rabieta, quiso descubrir quién era su rival y para ello envió al mejor de sus caballeros. Como era el mejor llegó primero y despertó a la bella durmiente.

Desde entonces, ¡qué lejanos están los problemas cotidianos! ¡Qué naturaleza tan distinta tiene esta alegría que nos hace vivir un cuento de hadas! ¡Qué siembra de luz provocó en nosotras lo relatado por esa misteriosa voz cuya música nos es imposible reproducir a quien no entiende nuestro idioma!

Ahora somos. Por eso sabemos que la vida no es un cuento, sino una hermosa realidad.

.../...



domingo, 25 de septiembre de 2022

19.- VÉ DE MÍ...





Un velada elevada al cubo

Desierto:    
                            Caluroso. En lontananza dunas altas donde el viento levanta polvaredas. A la derecha se adivina una zona sombría que es un oasis con agua y palmeras. Horizonte amarillo. Cerca huellas de camellos o animales que han pasado por ahí. Piedras blancas areniscas de forma salteada. A mitad de camino entre las dunas y yo, unos cactus gigantes que proyectan una sombra muy alargada, porque está atardeciendo. Encima de la duna solo se ve medio sol. Se ven a la izquierda los surcos del cangrejo de los desiertos (ese que se mete debajo de la arena porque hace mucho calor). Pasan correteando por delante de mí buscando otra zona sombría. También hay lagartijas que al correr serpentean con la cola dejando el rastro. Tan solo eso y algún silbido ocasional del viento es lo que rompe el silencio. (Eso hace darse cuenta de que a pesar de ser un paraje tan inhóspito hay vida.). No hay flores más que las pequeñas de algún cactus. Y las que pueda haber en el oasis, pero que yo no las veo, aunque lo presumo.
Cubo:            
                            De pirita negra. En el oasis (no lo veo), dentro del estanque de agua sobre el que se refleja el sol. Estructura perfecta geométrica de mineral (porque un cubo en el desierto no lo veo de ninguna otra manera).
Escalera:              
                            La escalera sobre la tierra más sólida que va desde la arena hasta el tejado de una cueva beréber. De manera que si el aire tapara la entrada poder subir por el tejado. No es una escalera son escalones de la misma tierra. A 50 mts. del oasis (en una zona más rocosa y habitable). Pero algo aislado, no un pueblo. Punto intermedio.
Caballo:
                            Me sorprende de repente por su forma de trotar. Salvaje o semisalvaje, negro, que se les ha escapado (porque todavía no está domado) en el camino a un grupo de Tuaregs que debió pasar. Va a beber agua y su instinto le lleva al oasis y se le nota fatigado y con las pezuñas muy lastimadas por su escapada (trotando sin rumbo y extasiado de ser durante días, hundiendo las patas en la arena, buscando la sombra y buscando la manada de la que se extravío (o yegua o potro)
Tormenta:
                            Chulísima. el anuncio de la tormenta es un viento feroz que levanta polvaredas. Es sobre todo de aire con lluvia intensa, como una nube pasajera que llena el pozo del oasis y endurece la arena del camino. Y agradable porque baja un poco la temperatura.
Flores:   









Nos crecemos en los problemas.
Tenemos recursos. 
En varias ocasiones hemos salido airosos de esa peligrosa empresa que es la vuelta al pasado.

Estamos acompañados por varios "plumillas" (reporteros) que toman nota de todo cuanto pasa. 

Uno de ellos, el más brillante, escribió algo en su cuaderno que no puede descifrarse.
Pedimos explicaciones y oscurece la respuesta: "No es tiempo todavía.
Vendrían a caer en espejismos".

(¿Quién vendría, o quienes?)

En las noches accede a nuestro ruego y desvela alguna frase suelta.

Lee bien, tiene la voz segura. Enseguida capta silencios excesivos y nos propone juegos de palabras: "... bereber... rebeber... volver a empezar"

Y volvemos. Volvemos cada vez más seguros, más íntimos.

Estas lecturas son todo un rito y hoy, queríamos acompañarle pero faltó a la cita.
Se fue en la madrugada dejándonos un libro: "La sed".

Me ahorraré relatar la tristeza que dejó en un instante. 
Sólo hablando con él podíamos conjurarla.
Y leímos (como él) en nosotros.

Desde entonces, una segunda voz (tan distinta) se trenza con la nuestra.

"Ve de mí, pero no te vayas"

***











.../...

viernes, 23 de septiembre de 2022

18.- PENÉLOPE




Un velada elevada al cubo




Desierto:
      Arena rojiza con montículos repartidos. De día con viento no fuerte.
Cubo:
       A mi lado y tremendo de grande, de pavés.
Escalera: 
       De arena firme. Larga y no muy empinada. A la izquierda algo alejada (no mucho)
Caballo:
       Blanco al pie de la escalera y va en dirección hacia el cubo (derecha).
Tormenta:
       De aire muy fuerte.
Flores:
       No hay flores ni vegetación.







     Dosificamos bien la energía. No dramatizamos las dificultades. 

Supone esta actitud una gran madurez, tanta, que a veces los problemas se avergüenzan de serlo.

     Nos soñamos sentadas en una calabaza, hablando con Penélope y en la vigilia se tejen las palabras:

     Ocurrirá a su hora.

     Sabemos por dónde no vendrá. Nada más hace falta. El misterio adelanta su propio espacio y llegará en un beso.




***


miércoles, 21 de septiembre de 2022

16.- TU VOZ EN UNA NANA




Un velada elevada al cubo




Desierto:
     Cadena de dunas. Oasis. Camellos, hombres y mujeres. Llanura inmensa. Pozo.
Cubo:
      Material noble (madera, mármol, granito). Macizo. Base soportando algo. Marrón claro. En el suelo. En el centro. Se ve todo el cubo.
Escalera:
      Caracol. Madera y hierro. Dos plantas, dos colores negro/claro.
Caballo:
      Manada de burros de colores distintos. Comportamiento indiferente.
Tormenta:
      De arena. Cubre el 90% del paisaje. Arriesgada. Pánico.
Flores:
      Palmeras. Cactus pechugas de perdiz.
                       Llama la atención el cambiante de las dunas.






Somos incondicionales. Tenemos fundamento.
Podríamos viajar en una caravana de sinceros elogios
y habríamos cumplido.

Pero podemos dar un paso más.

Algo nos sigue despacito.
Le delata un aroma que tiene un punto de tristeza,
como si no tuviera hogar.

Iremos a buscarla. Te acompaño.

¿Tamaño?
El de la luna.

Es algo diminuto que cabe en un caldero
modelado por esas nobles manos.

Material hay de sobra.

Hará falta (eso es asunto tuyo)
una cuerda tan larga que llegue hasta el final.
Allí donde se une la tierra con el cielo.

La entrada por el pozo.
Le daremos el tiempo que haga falta para que se arrebuje.
Tiene que oír tu voz en una nana.

Cantaremos a dúo aquella que decía:
"Para mi niño quiero coger la luna…"

¿Ves la sombra?
En un rayo de luz cabalga.


***




lunes, 19 de septiembre de 2022

15.- DÓNDE ESTÁS




Un velada elevada al cubo




Desierto:
      Bolonia. Arena blanca. Duna grande a la derecha. Sol de justicia. Viento mueve la arena.
Cubo:
      ... madera con ventanas, espacios abiertos al exterior. Alejado. Por una de sus caras se ve la duna. Colocado hacia donde sale el sol.
Escalera:
      Plegable, varios cuerpos. Al lado del cubo..
Caballo:
      Negro. Cerca del cubo. Se va y viene. Ojos negros y brillantes.
Tormenta:
      Seca. Viento. Remolinos de arena.
Flores:
      Amapolas, margaritas. Flores silvestres.







Te cuento qué ocurría antes de que me vieras.

Estaba la mañana, el despertar del hombre... (así empieza el relato).

El paisaje solo se ve completo desde cuatro ventanas que siempre están abiertas.

     Mira cómo amanece. Cómo el sol se reúne y asombra. Cómo se va la tarde en un suspiro. Ese hermoso paisaje se convirtió en desierto al dejar de mirarlo. Cómo... (cuatro he dicho, pero son tres). La cuarta es una puerta y es de entrada.

     ¿Dónde estás? (y se asoma el rubor).
     
     Por favor, cuéntamelo, otra vez, hasta que yo te vea.





***





jueves, 15 de septiembre de 2022

13.- PEGASO Y SUS ALAS

 - 



Una velada elevada al cubo



Desierto:
      De día. Arena clara. Luz, mucha luz. Salida a la derecha. Duna grande. Oasis. Lago pequeño de aguas cristalinas.
Cubo:
      Pequeño. Metacrilato transparente. En el suelo, cerca de mí.
Escalera:              
      Apoyada en la duna, enfrente. Alta.
Caballo:
      Blanco. Salvaje. Mucha crin. Todo recorrido. Vivo. Alegre. Pegaso sin alas. Bebe en el oasis
Tormenta:
      Tormentón. Muchos truenos y relámpagos. De noche. Viento.
Flores:   
      No hay vegetación de ningún tipo.


(Dibujos Leona Andrea)












Es casi imposible no asustarse con semejante estruendo. Pegaso está enfadado. Le robaron las crines y sus alas.

Aquí abajo, mi pequeña, galopa en sus cabellos a lomos de una creciente risa. Extiende sus bracitos y gira a la derecha. Aquí empieza el camino. La izquierda está cerrada.

Pegaso tiene celos y llama. Ella, pura inocencia, le presta su escalera y veloz como un rayo se presenta aquí abajo. ¿Allí estaba enfadado? Aquí es un Platerillo buscando su regazo.

Un manantial, sus ojos, anuncian la partida.

(Por si acaso, retiré la escalera).

Yo he sido, yo le escondí sus alas, para que nadie, ni siquiera los dioses, la raptaran.

***










martes, 13 de septiembre de 2022

12.- TÚ y YO




Una velada elevada al cubo




Desierto:    
      De día. Arena fina, con dunas. Cielo azul, limpio y sol.
Cubo:            
     Grande. Metal brillante, entre aluminio y acero. Refleja pero no es espejo.
Escalera:              
     Madera. Horizontal y me tumbo en ella (protección de la arena). Paralela al cubo y a su sombra.
Caballo:
     Blanco. A la sombra descansando. De pie. Lleva un elemento de montar. Colocadas las bridas. Está tranquilo.
Tormenta:
     Arenas. Torbellino. Pasa sin mayor transcendencia.
Flores:   
     Flores de un día. Campanillas de color violeta suave. Se tiñe toda la ladera..




YO



Desierto:

      Arena fina, rocas, hierba. No hay flores. Pequeñas palmeras (pocas)
Cubo:
      Transparente, de cuarzo recio, fuerte. Grande. A distancia. Derecha. No impide la visión.
Escalera:
      Plegable. Guardada para cuando haga falta. A mi lado.
Caballo
      Hermoso. Grande. No se ve el color. A mi izquierda. Salvaje. Mancha blanca en el hocico. Le golpeo   cariñosamente en el cuello.
Tormenta:
     Tormenta normal. Nubes desarrollo vertical. Aparato eléctrico. Lluvia. Envuelve el cubo y produce efectos preciosos.
Flores
      Junto a alguna roca hay flores pequeñas, amarillas, anaranjadas suaves.




***






Se agradece el silencio de un desierto. 
El torbellino de labores cotidianas es pesado, cansado, y agobia a cualquiera. 
Estos problemas tienen "pocas nueces" por mucho ruido que hagan,


y nos agotan.


Pero más a quien tiene otras "empresas" que acometer.

La visión del otro, es un remanso para descansar.
Tenemos la fortuna de alcanzar un paisaje paralelo en el que vemos realmente cómo somos.




 y

 YO

Entramos y salimos de él confiados como niños
 y jugamos a ocultarnos para ser, de nuevo, descubiertos.
¡Con qué facilidad cambiamos de escenario!
 Ahora vamos al cielo y se queja la tierra.
 Atendemos su queja y es el cielo quien nos hace aspavientos.
(Otra vez interrumpen. Ya no sé dónde iba). ¡Ah, sí, el caballo!
Un destino único y onírico que llega ofreciendo su grupa.
                   ¿Dónde vamos, amor? …
                                                                … A tu sueño.