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sábado, 13 de julio de 2024

PELÍCULA MUNICH EN EL 2018




Sinopsis de la película MUNICH, copiada literalmente en esta dirección:



Sinopsis: Basada en un libro de George Jonas que narra los hechos reales ocurridos en septiembre de 1972, cuando un atentado terrorista sin precedentes fue retransmitido en directo para 900 millones de telespectadores, augurando el comienzo de un nuevo mundo marcado por una violencia impredecible. Ocurrió durante la segunda semana de los Juegos Olímpicos de verano que se celebraban en Munich. “Los Juegos Olímpicos de la Paz y de la Alegría”, así se llamaban, habían empezado muy bien con el nadador Mark Spitz y la gimnasta Olga Korbut levantando pasiones. Pero, sin previo aviso, un grupo extremista palestino conocido como Septiembre Negro entró en la Ciudad Olímpica, mató a dos miembros del equipo olímpico israelí y se hizo con nueve rehenes. El tenso enfrentamiento y la trágica matanza productos del secuestro fueron retransmitidos en directo en todo el mundo y acabó 21 horas más tarde. La terrible operación de venganza conocida por los israelíes como “Operación Cólera de Dios”, fue el complot para asesinar más osado y agresivo de la historia moderna. El protagonista de la historia es un joven agente secreto israelí, Avner. Uno de sus superiores en el Mosad, llamado Ephraim, habla con Avner, que sigue dolido y furioso por el salvaje atentado, para proponerle una misión sin precedentes en la historia de Israel. Le pide que abandone a su esposa embarazada, que olvide su identidad y desaparezca de la faz de la tierra para cazar y matar a los once hombres acusados por los servicios secretos israelíes de haber planeado la matanza de Munich. A pesar de su juventud y de su falta de experiencia, Avner no tarda en convertirse en el líder de un equipo de cinco miembros tan diferentes como hábiles: Steve, un surafricano temerario y duro es el conductor; Hans, un judío alemán experto en falsificar documentos; Robert, un fabricante belga de juguetes reconvertido a fabricante de explosivos; y Carl, un hombre silencioso y metódico que se encarga de “limpiar” cuando los demás se van. Desde Ginebra, Frankfurt, Roma, París, Chipre, Londres hasta Beirut, Avner y su equipo viajan de incógnito, buscando a cada uno de los objetivos incluidos en una lista secreta, asesinándolos uno a uno mediante complicados complots. Obligados a trabajar fuera de la ley, siempre de un lado a otro, sin hogar ni familia, la única conexión con otros seres humanos son los demás miembros del equipo. Pero incluso esta relación se resquebraja cuando los cuatro empiezan a discutir por preguntas que se hacen cada vez más presentes:“¿A quién matamos exactamente? ¿Es posible justificarlo? ¿Detendrá esto el terror?” Atrapados entre el deseo de justicia y las crecientes dudas, la misión empieza a corroer las almas de Avner y de su equipo, al mismo tiempo que se hacen conscientes de que cuanto más tiempo dure la caza, más probabilidades habrá de convertirse en presas.


Cómo la ví yo

“La humanidad no puede librarse de la violencia más que por medio de la no-violencia”.
                                     Gandhi.


Entré en  “Munich”. Hacía frío en esta película. Solo había un lugar donde alojarse: aquella esperanza que ofrece el alma infantil, pero su hija era demasiado pequeña todavía.
El frío era por contraste. En cada uno de sus protagonistas encontrabas una promesa de humanidad y una sorpresa: la puerta en lugar de abrirse se cerraba.

 
Cada cual tenía su razón para hacer un daño que previamente había recibido, pero como lo razonable pertenece a todos, la pretensión de poseer la verdad aislaba.  
El aislamiento provoca miedo y el miedo cierra caminos. 
La asfixia interior era proporcional a la venganza ejercida contra los otros. 
Avner necesitaba reconocerse y llamó a su casa. Casi no pudo contener la emoción al escuchar el balbuceo de su hija. “No olvides que soy tu papá”, se recordó a sí mismo. Verse en ese espejo le produjo dolor y eso quería decir que algo estaba cambiando.
 
Desde mi butaca le recordé aquello que decía el matemático Geor Cantor: “Es más importante plantear una cuestión correctamente que responderla”.
 
Le oí preguntarse a sí mismo:
“¿A quién matamos exactamente?”
“¿Es posible justificarlo?”
“¿Detendrá esto el terror?”
 
Para que el dolor no se enquiste hay que agotar su trayectoria. Se dio pena. Entendió a qué se refería Gandhi cuando decía: “Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego”.
 
Avner decidió exiliarse de un proyecto que no era el suyo y para el que había tenido que desaparecer como ciudadano. Negó a sus superiores la información que le pedían y en su lugar, ofreció compartir su pan.  Le dieron la espalda. 
Rápidamente acepté acompañarle. En su soledad le encontré fuerte. 
Por fin, en él, amanecía para todo el mundo.
                          María

martes, 9 de julio de 2024

PELÍCULA SAMSARA - CRÓNICA EN EL 2018

Te cuento como vi esta película.




Direción: Pan Nalin
Guión: Pan Nalin
Reparto: Shawn Ku, Christy Chung, Neelesha BaVora, Lhakpa Tsering, Tenzin Tashi, Jamayang Jimpa
Productores: Karl Baumgartner, Christoph Friedel
Productora: Fandango, Pandora Filmproduktion, Paradis Films
Distribución: Karma Films




Para consolar a los pequeños un lama les cuenta que el joven Sidharta abandonó sus riquezas, su casa y su familia, para llegar a ser buda. “Si os quedáis aquí…”

Thasi apenas puede escuchar el relato. Se está reponiendo de un extremo aislamiento que ha durado tres años, tres meses y tres días. Como parte del trayecto hacia la sabiduría se recluyó voluntariamente en un lugar de difícil acceso, con unas mínimas condiciones vitales. Fue demasiado lejos y debieron rescatarle sus compañeros de una muerte segura.

Desde entonces nada volvió a ser igual. Se encontraba distinto. Mucho más inquieto. Le robaban la atención las manos femeninas que le servían la comida. Se perdía en la ternura de unos ojos errantes. Los sueños, por la noche, le abrían aquellas puertas tan estudiadamente cerradas por sus maestros. Era otro y así lo percibían los demás.

No podía quedarse así. Tenía que decidir. Seguir junto a sus compañeros por el camino seguro o afrontar aquella seductora incertidumbre. El riesgo era evidente.

Se sintió empujado hasta el río. El agua se llevó lo poco que tenía. Su único equipaje consistía en la obligación de averiguar aquella pregunta que su maestro, dejándole marchar, le había planteado:
¿Cómo evitar que una gota de agua se seque?

Durante un tiempo imposible de relatar había seguido el rastro de un creciente perfume. Caminó, sin saberlo, hasta encontrar su nuevo hogar. Encontró sosiego en aquella mujer que sólo había visto una vez y a la que no pudo pedir que se quedara.

“Cuando la vi marchar pensé que no volvería a verla y tuve miedo”.

Ahora estaba allí. Tenía delante de él aquella imagen hermosa, cercana, confiada. La hizo suya con la certeza de conquistar su tierra. Ella le dio un hijo. Se lo dio. Y por segunda vez tuvo miedo. Un miedo aumentado porque esta vez su presencia le demandaba algo que no acababa de entender.

“Cuando la vi quedarse pensé que no volvería a ser independiente y tuve miedo”.

Se las arregló para alejarla un poco junto al niño y volver a pasear por aquella voluptuosidad del principio. Calculó mal el tiempo y tropezó. Para no caer tuvo que salir de allí como pudo.

Pensó en volver al monasterio. La visita de uno de sus antiguos compañeros abrió la puerta de los recuerdos. Volvió a calcular mal el tiempo y el presente entró

Tenía delante de sí ¿a quien? Al principio le pareció su mujer. Encontró acertado que le reprochara su abandono. Temió por su hijo. ¿Dónde estaba? Ella le miró haciéndole saber que él debería saberlo y esto le provocó un sufrimiento tan profundo que no encontró ninguna puerta por donde escapar.

Todo estaba en silencio. Abrió los ojos como si fuera por primera vez. Delante de él un conocido paisaje y en una de las piedras escrito en el reverso la respuesta que estaba buscando.
“Para evitar que una gota de agua se seque hay que devolverla al mar”

Y una voz...

¡Quédate!
Ya estoy en ese hospitalario imperativo. Ya me encuentro.

¡Por favor! Pídemelo otra vez.






miércoles, 12 de enero de 2022

2.- CÓMO VÍ ESTA PELÍCULA - ÁGORA-HIPATIA



Entonces, ¿no hay centro?

En cualquier circunstancia podemos y debemos encontrar el equilibrio (nuestro centro) y el ejemplo de aquellos hombres que admiraban a Hipatia, me recordaban esa idea.

El poder que alguien te da, se aloja fuera de tu dominio porque adolece de haber sido conquistado por la conciencia.

Admiraban a Hipatia por su poder de convocatoria, por la vitalidad de sus ideas, pero sobre todo porque ella se quería como era y ello le hacía libre.

Cuando nos queremos y empatizamos con aquellos que no necesitan de la servidumbre de los demás, podemos alojarnos en su hospitalidad sin condiciones.

Cuando necesitamos que nos quieran, le hacemos la guerra a la soledad sin tener en cuenta que invadimos territorios ajenos y que convertimos en siervos a quienes son, o podrían ser libres de nosotros.

Hipatia compartía su espacio sin condiciones y se alejaba de aquellos que pretendían cerrar alguna de sus puertas.

El miedo es oscuridad y unirse en grupos es una manera de ahuyentarlo, ahuyentando también la solución para asumirlo.

¿Qué diferencia hay entre un grupo pequeño que arremete violentamente contra otro por ser distintos y un ejército que invade un país por tener creencias e intereses contrarios?

Admiraban a Hipatia por su capacidad para asumir los retos en primera persona, pero no conocían cómo lo hacía y esto humillaba a quien por decreto quería dominarla.

Teón (su padre), adora a la alumna aventajada que transmite sus enseñanzas, pero la abandona cuando tiene que enfrentarse con los poderes establecidos.

Orestes le declara su amor en público, pero no es un acto de valentía como pudiera parecer y de ahí la tristeza de Hipatia. Orestes se erige en centro de atención violando el descanso de una obra de teatro y la atención de un público que él no había convocado. Con ese altavoz dice amar a Hipatia y quererla como esposa, emocionando a todos los asistentes menos a Hipatia y a su padre Teón. Su amor no la conquista porque no es amor y esta negativa le ofende al sentirse descubierto. El siguiente paso avala esa negativa.

La vanidad es otra forma de violencia

Llega pronta la contestación de esta mujer, mostrando una prueba de que no está preñada de felicidad y Orestes se va avergonzado.

Davo, el esclavo, reza: “Si él no ha sido capaz puedo serlo yo”. Davo está más cerca de ella y por tanto de él mismo, como lo demuestra el intento de forzarla y el seguido arrepentimiento. ¡Mátame! Y ella le perdona. Ve, eres libre. Libre de escuchar a quien quieras, no a mí por haber sido tu dueña.

Después de repetir lo que dicen otros y estar a punto de perderse, Davo recuerda que Hipatia le perdonó y crecerá su admiración por ella. Este sentimiento ilumina su ser y se escuchará, por primera vez, a sí mismo. Ya no tiene que depender de quienes buscan la uniformidad de pensamiento pues ha sido capaz de encontrarse. Buscará a Hipatia para salvarle de sus verdugos y habiendo llegado tarde, decidirá quitarle la vida para que no puedan torturarla como querían.

En poco tiempo recorrerá el camino de varias generaciones de los llamados “hombres libres” y llegará a la conclusión de que cada uno tiene que ser soberano de sí mismo y nadie puede concederte este don. Abandonará en ese momento las armas para quedarse a solas con un solo argumento: “Su amor por Hipatia era el amor a la verdad”. No necesitaba más para poner fin a un sufrimiento inútil.

Aplaudí a Davo por la valentía de asumir en primera persona sus contradicciones. Y a Alejandro Amenábar por haber ¿inventado? este personaje.

Lo demás, aunque la historia no fuera históricamente correcta lo era anímicamente y eso la hace genial.

Gracias, Alejandro Amenábar.


Entonces, ¿no hay centro?

La verdad es un círculo cuyo centro está en todas partes.


***

martes, 30 de enero de 2018

1.- CINE EN EL 2004 - 2ª parte



Director: Kim Ki-Duk
Actores: Kim Young-min, Yeong-su Oh, Oh Young-soo, Ji-a Park, Kim Jong-ho, Min Choi ...más



Hola María, a mí la película no me dejó esa impresión general. Te cuento lo que yo sentí.

El lugar me pareció un lugar abandonado por los hombres, y yo, no lo puedo remediar, tengo predilección por esos lugares. Por eso me dan sensación de arrobamiento esos Haikus clásicos, como los que venían en aquella revista que te pasé (El Paseante) en que alguien recuerda (o casi sueña) el ruido de una hoja arrastrada por el suelo de un bosque abandonado, en el que él lleva horas solo meditando. Un bonito libro de Watts hablaba de cuatro palabras japonesas de origen zen que designan esos ambientes: sabi, wabi, aware y yugen. Sabi muestra la soledad y quietud de las cosas, cuando se manifiesta además como resultado de un pasado lejano de causas y azares.

La larga noche,
el sonido del agua,
lo que pienso.

Wabi ilustra la soledad y la quietud, pero hace que fijemos la mirada en un elemento del mundo tal como es, sin dejarnos despistar por los pájaros del deseo alimentado por las convenciones sociales.

Desolación de invierno;
en el agua llovida de la tina
caminan gorriones.

Aware es el eco de lo que ha pasado y ha sido amado. Ilustra a la vez la pena por lo irreversible y la inutilidad de lamentarse ante un devenir que también puede ser amado.

Hojas que caen,
unas sobre otras,
en la vieja pila,
la lluvia golpea la lluvia.

Yugen muestra el misterio de los entes y del devenir.

La alondra:
sólo su voz cayó,
sin dejar eco.

Yo creo que el entorno de aquel valle tenía algo de esos cuatro elementos.

De todos modos, el lugar fue perturbado colocando una ermita artificial para el rodaje en el centro del lago, y puede que tu subconsciente haya captado algunos de los elementos disonantes o incoherentes que esto debe haber producido. Pero yo no veo en las puertas una de esas incoherencias, o al menos, no responsabilizaría al maestro de su presencia.

El budismo Mahayana y sobre todo las escuelas Chan (o zen) tienen mucho de humor irónico, y lo de las puertas abriendo el vacío a mí personalmente me parece un producto muy logrado de esa actitud. Además, puertas que no cierran nada aparecen en muchos jardines zen que dan a casas de te, y en los jardines chinos, con puerta o sin puerta, como esas aberturas de forma circular tan características, es decir, que forman parte de toda una cultura estética, más que ser una decisión personal del que habita el sitio.

Además, está el traspaso simbólico de dichas puertas. Tienes que traspasarlas simbólicamente si quieres, pues realmente no impiden nada, al poder ser bordeadas. Y el traspasarlas voluntariamente, yo lo entiendo como una de las cuatro actitudes fundamentales que invita a tomar el budismo en el camino que ellos enseñan. Esta actitud es la de “tomo refugio”, o “tomo refugio en la Shanga”, que es la comunidad de otros seres que han tomado voluntariamente la decisión de ser humanos, no fuerzas ciegas de la naturaleza, y que se apoyarán unos a otros cuando el ego, o los automatismos, o el desaliento, o lo que sea, ciegue a alguno de ellos. Es como buscar un aliado en un camino que intuimos será duro en ocasiones.

Pero, volviendo a lo del humor latente, la literatura clásica oriental está llena de anécdotas sobre la ironía y el humor con que se tomaban los maestros toda su enseñanza así como las debilidades de sus discípulos. Hay un elemento de humor que va unido siempre a esa enseñanza, de ningún modo creo que se pueda identificar dicho estilo de enseñanza con “la letra con sangre entra” de las sociedades cristianas o las autoritarias de todos sitios.

Si he entendido bien al budismo Mahayana, lo que el maestro hacía observando al niño atar piedras a animales y haciendo lo mismo él con el niño es jugar igual que el niño. Algo así como: “¡claro! ¿por qué no?” y a continuación juega a hacer lo mismo que el niño, pero con el niño. Pero no con la intención de que deje de hacer algo malo, sino con cierta ironía, y para que el niño se de cuenta de que si todos nos comportásemos como fuerzas de la naturaleza, sin atender a las consecuencias sobre los sentimientos de otros seres sensibles, se podrían producir toda esa variedad de “graciosas” situaciones, incluida la de despertarnos un día con una roca atada al cuerpo. Enseñanza que el discípulo acaba aceptando y recibiendo simbólicamente mediante esa ceremonia de ascender con la piedra hasta la cima de la montaña.

La enseñanza de los bodisatvas no es que hagas o no hagas ciertas cosas, sino que hagas lo que hagas, trates de hacerlo con completa conciencia y dándote cuenta de lo que sufren los egos de mucha gente cuando actuamos como fuerzas naturales, esto es, sin compasión. A un iluminado ningún acto ajeno le afecta, pues nada teme, pero a la mayoría de la gente le afecta hasta la entonación de una palabra.

Por eso, el llanto del niño, sería como tu dices si fuese un niño occidental, pero no estoy seguro de que pueda ser así si ha vivido en un ambiente en el que le han estado enfatizando sobre todo que sea consciente, más que distinciones entre lo que es bueno hacer y lo que no. Mi idea de la disciplina monástica budista es la de una disciplina continua dirigida a reforzar la atención, la ecuanimidad, la concentración y la compasión, pero no los conceptos como “lo bueno”, o “lo malo”.

En lo que sí estoy de acuerdo contigo es en que “la intervención del monje pretendiendo cambiar la realidad según sus deseos es lo que violentó la relación natural entre los dos jóvenes”. Hay como una expulsión continua del sexo, fuera de las cercanías de las instituciones, en casi todas las culturas, incluida la del budismo monástico. Aunque hay escuelas tántricas en el budismo, que tratan de incorporarlo a la institución, pero son minoritarias. Hoy en día está Oshu, el gran meditador indio, que la sigue, y tiene un gran prestigio. Yo creo que esa desconfianza va en contra de los principios del budismo y de cualquier perfeccionamiento espiritual, pues, como dice OSMU, el sexo es una de las principales fuerzas con las que contamos, y el deseo de iluminación es también originariamente sexual.

De lo de “la torpeza cobarde del dictador que jugaba a maestro” no sé qué decirte, pues no sé exactamente a qué te refieres, no recuerdo bien los detalles de lo que pasaba en esa parte de la película. Creo que te refieres al asesino recién llegado que pretende ser maestro, pero no estoy seguro.

Toda la parte final creo que es tal como la describes, o al menos yo también la sentí así.

“Empezar a caminar como sea. Con la actitud de responder a cualquier pregunta, incluso con un “no sé ahora, pero ya sabré”.

Un hombre dibujando al niño que tiene delante. Un ser humano en estado de alerta para que nada se le escape. Un hombre que responde con su ejemplo

Por fin, un maestro”.

Una descripción preciosa.

Antonio G. Olivares





lunes, 29 de enero de 2018

1.- CINE EN EL 2004




Director: Kim Ki-Duk
Actores: Kim Young-min, Yeong-su Oh, Oh Young-soo, Ji-a Park, Kim Jong-ho, Min Choi ...más









No sabía exactamente porqué, pero salí con una sensación incómoda del cine. Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera me disgustó (exagerando un poco)

Al cabo de unos días, hablando con unos y con otras de esta historia filmada en Corea, en la charca Jusan, al norte de la provincia de Kyungsang, conseguí reordenarla y encontrar el lugar exacto desde donde mirar aquel paisaje humano.

Una seña de identidad de la belleza es el misterio y, siendo impresionante el entorno de la ermita en la que se desarrollaba la película, resultaba demasiado artificial y se diría que en él, ni los árboles ni las montañas eran naturales.

La educación no es una domesticación y no es cierto que “la letra con sangre entra”. La palabra “maestro” emociona. Quien lo es, nos garantiza su entrañable compañía en el viaje hacia nosotros mismos.

El anciano que vivía con el pequeño en ningún momento me pareció un maestro. Más bien un hombre que delataba su miedo construyendo puertas imaginarias para mantener alejado ¿a quién?

Primavera

El juego es un serio ensayo vital y la risa una promesa de que siempre se puede volver a empezar. Lloraba el pequeño discípulo, no porque hubiera sido cruel con el pez, la rana o la serpiente, sino por la crueldad del anciano acusándole de una intención que no estaba en su inocencia.

Verano

No es cierto que el deseo encadene. Lo que encadena es confundir el deseo con la realidad y la intervención del monje pretendiendo cambiar la realidad según sus deseos es lo que violentó la relación natural entre los dos jóvenes.

Otoño

“No he podido ser” parece que dijera aquella mujer sin rostro. “Si no me veo ¿qué sentido tiene vivir?” diría su otro lado... y he aquí, otra vez, la torpeza cobarde del dictador que jugaba a maestro.

Invierno

El hijo es la idea y somos en la medida que tenemos conciencia de nosotros mismos. Por eso helaba el corazón la orfandad de aquel pequeño abandonado en el frío proyecto de un hombre que cada vez se alejaba más de su vida.

Primavera

Volver a empezar. Empezar a caminar como sea. Con la actitud de responder a cualquier pregunta, incluso con un “no sé ahora, pero ya sabré”.

Y cambia todo.

Un hombre dibujando al niño que tiene delante.
Un ser humano en estado de alerta para que nada se le escape.
Un hombre que responde con su ejemplo

Por fin, un maestro.


*