jueves, 26 de junio de 2025
martes, 22 de abril de 2025
miércoles, 16 de abril de 2025
lunes, 31 de marzo de 2025
1 - BUENOS AIRES - 31 diciembre 2000
sábado, 22 de marzo de 2025
LOS PRIMEROS PASOS DE MI LIBRO
El objetivo: descubrir algunas de las ideas que contiene cada aspecto de su estructura. Esa es la propuesta de El Tango con Darío.
María
miércoles, 19 de marzo de 2025
martes, 18 de marzo de 2025
MI LIBRO
lunes, 17 de marzo de 2025
BIBLIOTECA DE ARAGÓN en el 2005


Es este un libro sencillo (que no simple) del que ya se han hecho varias presentaciones, todas ellas entrañables. Al no tener el amplificador de una editorial la repercusión es limitada en lo que se refiere a publicidad y distribución.
Cuando todavía era un proyecto, participó en el II Concurso Literario de Poemas y Cuentos que organizó la Casa de las Letras de José C. Paz.
José C. Paz es un barrio situado a cuarenta kilómetros de Buenos Aires con muchas dificultades económicas y una gran inseguridad social.
Les pareció original y decidieron darle un premio. No tuvo dotación económica y tuvimos que pagarnos el viaje a Argentina para ver en directo la emoción que les había producido leerlo. Ese fue realmente el premio. Una experiencia humana entrañable.
Todo lo que ha ocurrido a su alrededor es inolvidable. Desde Francisco Blesa que fue el primero en maquetarlo, hasta todos los que estáis aquí, han hecho que su biografía sea irrepetible
Se nota que soy su autora porque no me cansaría de contaros sus gracias, pero él no me deja.
Dicen que los niños vienen con un pan debajo del brazo. Podría añadirse que los libro con sus páginas en blanco.
“El Tango con Darío” es acogedor, hospitalario y provoca en el lector la reciprocidad de escribir entre sus líneas.
¿Os imagináis mi emoción cuando vuelve con una nueva gracia? ¿Cuándo balbucea o escribe al revés?
Soy su espectadora más agradecida. Una de mis alegrías es leer a quien lo lee. Esto no siempre es posible, lógicamente.
Si tenéis curiosidad no hace falta comprarlo. Está en esta casa, en la Biblioteca de Aragón.
Gracias a vosotros por estar aquí.
martes, 11 de marzo de 2025
EL TANGO CON DARÍO-FNAC, Zaragoza, 25/6/2002
Presentación del libro El tango con Darío
Antonio García-Olivares
Venimos a presentar un libro que hasta hoy, sólo habíamos tenido el privilegio de conocer algunos tangueros de Zaragoza y personas cercanas a María. Y que hoy, gracias a la iniciativa y al buen gusto de esta casa, podemos presentar a un público mucho más amplio.
Si tuviera que definir a este libro, diría que es un libro feliz, como muchas veces ha subrayado su autora; y que tiene la magia de hablar desde la propia voz del que lo lee.
Quizás porque no trata sólo de expresar, sino también de danzar con quien lo lee, con quien lo incorpora a su propia vida.
Contenido del libro.
Podríamos decir que este libro surgió del amor de María por el tango. Pero hay mucho más que eso. Con igual seguridad, podríamos decir que surgió también de su amor por su compañero. Pero cuando leemos el libro, vemos de inmediato que su tema es más general: es el amor por la vida. Un amor (por la vida) que sería imposible sin un aprecio sincero de la autora, por su propio vivir.
De manera que, me atrevería a decir, este libro nos habla de un amor cuádruple:
-por el tango, como metáfora de la vida;
-por su compañero, como metáfora del propio amor;
-por la forma humana de vivir;
-y finalmente, nos habla del respeto por uno, como modelo de cómo se puede vivir y cómo se puede uno relacionar.
Por ello, estos 68 poemas en verso blanco que componen el libro, pueden ser leídos, como mínimo, creo, en 4 registros, o niveles diferentes:
1.- Como una gran metáfora sobre la danza del tango
2.- Como una metáfora de la vida humana
3.- Como una exploración de los dos principios del amor: el principio activo, y el principio receptivo, que todos llevamos dentro.
4.- Finalmente, puede ser leído como una gran metáfora sobre uno mismo.
Sin embargo, tal como dice uno de los poemas del libro, El cuatro es el uno en retorno. Al igual que lo es la figura básica del tango (el cuadrado). Es decir, que los mismos juegos de espera, de equilibrio y de deseo, se pueden encontrar en los cuatro niveles citados.
La mayoría de los poemas de este libro son un tanto inquietantes, y yo creo que ello se debe a que conservan ese sentido multivalente (precisamente). Tomemos por ejemplo, el poema que cierra prácticamente el libro, el titulado "El Final". Y vamos a oir qué le dice la autora a su propio amor:
Le dice:
Ya llegan, mi cariño, los últimos compases
el final ... ese lecho.
Sé generoso, amor, y no me llames.
No te pierdas.
Silencio.
Yo al menos, no puedo evitar oir a la vez 4 cosas en este poema:
-En primer lugar, la despedida de un baile.
-En segundo lugar, el diálogo con la persona querida
-En tercer lugar, podemos interpretarlo como el diálogo con el propio amor de uno
-Pero también podemos ver en el poema a una persona despidiéndose de la vida (!). Esto es, la despedida final de una vida humana...
Por eso, no puedo evitar que me resulte inquietante, como muchos otros poemas de este libro. Porque lo que se dice en cada nivel está sirviendo de campo metafórico para los otros niveles. Creando así una profundidad que genera cierto vértigo. Un vértigo que caracteriza también a otros poemas de este libro.
La mirada pura.
Acerquémonos ahora al estilo de la poesía de María:
La poesía de maría es muy pura. A mí me recuerda a Juan Ramón en esa expresión sencilla y minimalista, y que da la impresión de que la autora creara casi sin esforzarse.
Ezra Pound y su escuela (los "imagistas" traducen algunos), tenían también algo de ese minimalismo: no escribir nada que no surgiera de una imagen simple pero poderosa, que se apodera del autor, y que no precisaba de mil palabras para expresarse, sino a veces de una sóla. La poesía de María tiene algo de ese imagismo, con esa centralidad de las imágenes...
Y como apuntaba Darío (la persona a la que está dedicado este libro), también podríamos caracterizar la poesía de María como una forma contemporánea de poesía gnómica. Como aquella que cultivaron los antiguos griegos y los gnósticos, para expresar profundos mensajes éticos en una forma condensada.
Sin embargo, en María, esta poesía gnómica asume la forma, no de un aforismo moralizante, sino de una intuición directa, más cercana por tanto a los haikus orientales que a la poesía aforística occidental.
Por ello, y continuando con este juego de buscar aires de familia con otras formas poéticas (lo cual para mí tiene un interés muy relativo), yo creo que la poesía de María estaría en algún lugar entre esos 3 polos:
-la mirada pura de un niño, que buscaba Juan Ramón;
-la mirada ascéticamente depurada (de hojarasca) que buscaban los imagistas;
-y la mirada meditativa, e incluso iluminada, de los creadores de haikus del Lejano Oriente.
Yo pienso que la pureza de esta poesía es consecuencia, de la sencillez de la propia mirada de la autora. Y de su conciencia de que, casi siempre, la primera mirada es la más verdadera.
Como si nos dijera: "No os enredéis en elucubraciones (conceptuales) porque lo más importante de las cosas está antes de todo eso. Cuando las historias, las sagas, los razonamientos, apenas se han desplegado (todavía)".
Sin embargo, la posibilidad de este mirar distinto suele pasar desapercibida. Quizás porque en nuestra forma de vivir, nos hemos acostumbrado a valorar, casi obsesivamente, la habilidad y la inteligencia, y no la claridad de la mirada.
Un discurso embrollado y farragoso, por ejemplo, lleva pese a todo el encanto de lo complejo. Y permite que todo siga funcionando. Nadie dirá nada contra él, pero sobre todo porque a nadie dijo nada en el fondo.
Esa dinámica colectiva tiene sin embargo un coste: y es que nos acostumbra a no ser limpios al mirar. Impide ese mirar fugaz y concentrado, que a veces puede ser transmitido.
Y esta mirada es la que nos devuelve precisamente la poesía de María.
Mirada que yo creo que es, como la mirada de un niño que aún no teme a la burla; porque se sabe verdadera antes de saber lo que los otros han convenido que hay que mirar y ocultar.
La serenidad oriental.
Esto nos lleva a otro punto que quizás valga la pena comentar.
Y es que esa mirada pura e inmediata, transmite cierto aire de serenidad oriental a todo el libro.
La palabra "silencio", por ejemplo, aparece con frecuencia, como en los poetas taoístas y zen de la China clásica.
Por otra parte, en muchas poesías, aparece el ego de la autora como "fundido" con el de la otra persona (que en unos casos es la persona amada, en otros su interlocutor y en otros su pareja de baile) (Ej.: Poesías como "El oído", "El abrazo", "La experiencia", "El paso básico", "Los ochos con desplazamiento"). Títulos que a la vez recuerdan aspectos o figuras importantes de la danza del tango.
En muchas otras poesías, hay cierta fluctuación, (que ocurre también en estados meditativos), entre la perspectiva del propio ego individual y las cosas tal como se ven desde el punto de vista humano en general.
Y también aparece con frecuencia, una invitación a la presencia plena en la eternidad del presente (compartido). Algo que también es muy oriental.
Incluso ese avaricioso presente que uno de los poemas nos invita a crear siendo con la persona amada, es una forma de ser en el que el propio ego desaparece (La Nostalgia).
¿Son casuales estas coincidencias con formas de percibir típicamente orientales?
En mi opinión no son casuales: La mirada de María, al igual que su pasión, surgen de la parada de la danza, es decir, de ese silencio no condicionado, que es el que permite que todo nazca de nuevo cada vez, como si fuera la primera vez. (Como decía otro gran poeta: "Volver al lugar en que naciste y verlo todo de nuevo por vez primera").
Ahora bien, esta actitud, es enormemente cercana a la experiencia meditativa. Porque la experiencia meditativa parte también de ese hueco que hay entre los pensamientos. Un espacio que es el único momento de libertad entre los condicionamientos del pasado y las auto-obligaciones que nos impondremos en el futuro.
Quizás eso explique, en parte, ese aroma meditativo que transpira el libro.
Acerquémonos a la danza.
¿Por qué María ha elegido al tango, una de las danzas enlazadas más notables, para hablar de la vida y del amor entre las personas?
¿Por qué? Pues porque el habla es como una danza, y la danza es como un diálogo. Y esto es algo que se nos muestra una y otra vez a lo largo de todo el libro.
-Efectivamente: en el habla, hay una pulsión, una voluntad de decir; seguida de un acto de habla; y luego de un silencio.
-Y en la danza, análogamente, hay una voluntad de movimiento; seguida de una acción; y luego de una espera.
A su vez, el momento de la acción, tanto en el habla como en la danza, es a la vez una invitación al otro: A que tome la misma actitud (cognitiva y pragmática) que nosotros en el caso del habla; En la danza, invitación a que el otro entienda el movimiento que se propone y lo acompañe. Porque sin ese acompañamiento, el baile no es posible.
Por eso, la primera poesía de este libro nos dice:
El Tango me recordó
que antes había danzado
con la Palabra
Ojalá que muchos más danzáramos con la palabra y no que la utilizamos como arma.
Lakoff y Johnson, dos famosos teóricos de la metáfora, en un bonito libro, mostraron que hay una metáfora que impregna todo el habla occidental, y es la metáfora de "una discusión es una batalla".
Esta metáfora aparece continuamente, por ejemplo, en expresiones como:
-"rebatí sus argumentos",
-"deshice su argumentación",
-"sus ideas tenían varios puntos débiles", etc, etc.
Y esto, inevitablemente, predispone lo que hacemos cuando hablamos. Porque en las metáforas hay un poder constituyente de realidad; poder constituyente que generalmente nos pasa desapercibido.
Hay que tener, por eso, mucho cuidado a la hora de elegir las metáforas que utilizaremos al hablar, pues están constituyendo el mundo. Es algo que avisaba también Pedro Salinas en un bonito poema (Amor, Mundo en Peligro, de su libro "Largo Lamento").
Una parte de la responsabilidad de que el mundo sea como es, está en las metáforas que nosotros utilizamos para describirlo. Por eso, decía Salinas, "hay que soñar despacio". Porque el mundo es muy frágil y nuestros sueños, es decir, nuestras metáforas, pueden destruirlo.
Como dicen Lakoff y Johnson, todo cambiaría, si concibiéramos las discusiones, los desacuerdos o los desencuentros, en términos de danza, por ejemplo. Las concebiríamos entonces como una sincronización, una búsqueda compartida de equilibrios, y no como una pugna por la victoria o por evitar la derrota.
Pues bien, ésto mismo es lo que María nos está diciendo: Una relación es una danza. Y vivir es danzar.
Y, por ello, tanto en el habla como en la danza, el malentendido es muchas veces consecuencia de la desincronización, de esos monólogos interiores que constituyen el diálogo.
Como dice el poema "Un desencuentro":
Si todavía no te he recorrido,
¿por qué esa ingenuidad en
preguntarme?
Y con la misma inocencia, paso.
Hablemos ahora del silencio
Dijimos que el momento final, tanto en un paso de baile como en un diálogo, es un silencio o una espera. El momento del silencio es fundamental para que tanto la danza como la comunicación sean posibles. Y muchos poemas del libro nos lo dicen. Porque en el silencio, uno vuelve a encontrarse con uno (mismo) y entonces espera a que el azar, que es la propia vida, le ayude a iniciar un nuevo despliegue. No trata de hablar lo ya hablado, de querer de nuevo lo querido.
Y sólo esa es una actitud, según el libro, auténticamente masculina, o sea activa y creativa, que, como dice un poema, sea capaz de imponer un auténtico silencio a la parte femenina. Es decir, al principio receptivo de nuestra propia personalidad. Un principio femenino que, entonces, se prepara para desplegarse una vez más.
Ojalá que Justo nos pudiera leer luego "El destino", uno de los poemas del libro en que aparece de modo más claro e inquietante, este papel generador del silencio.
De esta profunda intuición sobre el destino que María nos propone (si yo no la he interpretado mal), creo que podríamos extraer, además, un importante corolario:
-Y es que una persona tiene un destino prefijado, como en una tragedia, únicamente cuando no consigue crear momentos de espera en su danza.
-Y una persona es tanto más libre, cuantos más momentos de silencio o espera es capaz de crear. Pues hace nacer un nuevo destino con cada momento de silencio que abre, en ese desequilibrio inevitable producido por la acción.
Habría mucho que decir de ese juego, entre la parte activa y la parte receptiva de la propia personalidad. Que se da a la vez en la danza, en la vida, en el amor y en uno mismo. Porque el libro de María está lleno de ejemplos de ese jugar.
Pero, en lugar de hablar de ello, os invito a que cada cual lo vea en movimiento en el propio libro y extraiga sus propias impresiones. Y con ello, paso al cuarto nivel de posible lectura que comenté al principio: el de la autenticidad personal.
La autenticidad.
Hablamos antes del respeto por uno, del aprecio por uno, como punto de partida para poder amar y para poder vivir con otros.
María parece sugerirnos que ese respeto por uno es una cuestión de equilibrio: mantener una actitud auténtica, activa, no delegada, en los propios actos; y a la vez apreciar sinceramente lo que uno es realmente, no lo que uno debería ser pero no consigue ser en su presente.
Quizás la clave de la felicidad, al igual que la de la danza, esté precisamente en conseguir cierto equilibrio entre tendencias, que todos llevamos dentro. Al menos, eso creo deducir de muchos de los poemas de este libro.
¿Y cómo podemos conseguir ese equilibrio, en la relación con nosotros y con los otros?
Quizás todo consista, sencillamente, en empezar a mirar de una manera distinta, como hace este libro. Porque nuestra mirada constituye mundos, como si lleváramos ángeles en los ojos, tal como dijeron a su manera Rilke, Salinas y tantos otros poetas post-románticos.
La felicidad.
Y con esto llego al final, a un último punto, que quizá sea el más importante de los que quería comentar, y sin el cual, no se entiende completamente ninguno de los anteriores.
Y es que María, ella probablemente no lo reconocerá, pero estoy convencido de que ella es un ser especial.
¿Por qué lo digo? Porque ella, es feliz (no se trata de un halago, sino del reconocimiento de un hecho).
Yo pensaba que esto de ser feliz era cosa de 4 privilegiados. Pensaba incluso que era algo sólo accesible a monjes, a lamas, o a personas que, ya en su vejez, consiguen cierta serenidad filosófica, tras años de sufrimientos.
Pero cuál no sería mi sorpresa, cuando me encontré con que una de las mejores bailarinas de tango en Zaragoza, era una persona feliz (sencillamente y sin aspavientos).
En cuanto leí el libro ya me dio la sensación, porque todo el libro transmite una impresión de felicidad como redonda y estable. Pensé: "la persona que ha escrito este libro tiene que ser una persona feliz".
Pregunté entonces a amigos y familiares de María y todos me lo confirmaron: "María es una persona feliz". Algo que he confirmado luego yo mismo, al escuchar muchas veces de ella la manera que tiene de plantear las cosas. De plantear todas las cosas, independientemente de su dureza (Y también su manera de decir, con total sinceridad: "Me encuentro muy bien, Antonio. Cada vez estoy mejor"). Así de sencillo.
Así que este libro que tenemos entre las manos, puede ser muchísimo más importante debido a este detalle, que por todo lo que he comentado anteriormente.
Porque a alguien que es feliz, a alguien que es sinceramente feliz, merece la pena escucharle.
jueves, 27 de febrero de 2025
LA EMOCIÓN EN EL TANGO- El Espejo
sábado, 1 de febrero de 2025
jueves, 30 de enero de 2025
EL TANGO CON DARIO - Biografía
miércoles, 29 de enero de 2025
ANTONIO G. OLIVARES - El vértigo de las ideas
martes, 28 de enero de 2025
SOBRE "EL TANGO CON DARÍO"
domingo, 26 de enero de 2025
EL TANGO CON DARÍO - Prologado por Rafael Flores
sábado, 25 de enero de 2025
ANTONIO GARCÍA OLIVARES y "EL TANGO CON DARÍO"
Al principio, en sus primeros balbuceos, yo contaba sus gracias, pero este libro, “El Tango con Darío”, ya tiene la suficiente edad como para que hable solo. Leedlo (No se vende - Biblioteca de Aragón-Dr.Cerrada, 22) . Encontrareis, seguro, emociones que os pertenecen.
viernes, 24 de enero de 2025
jueves, 7 de noviembre de 2024
viernes, 25 de octubre de 2024
Recordando 6º Cumbre Mundial del Tango en Sevilla - 3 de marzo 2005
Mi participación con unos cuantos poemas de El Tango con Darío
A veces oímos, pero no escuchamos.
Yo había oído hablar mucho del tango, pero sólo le presté atención cuando sonó en mí.
EL
OÍDO
caracola en mi oído.
Ya no se distinguir
si es que me llamas
o soy quien te oye.
Las líneas maestras que forman la
estructura de su danza las asocié con la actitud vital con la que me
identifico.
Hay algo que me inquieta en el espejo.
El mismo caminar, el mismo
paso...
Y es que esa mismidad no me enamora,
está lejos de mí; no, no lo
quiero.
Yo quiero verte a ti porque te has visto
y no que esperes a que yo te
vea.
Yo quiero ser tu fiel testigo
y espero que tú seas y ser
contigo.
Me gustaría salirme de esa rueda tan
bien descrita por Enrique Pinti en la que siempre la culpa la tiene el otro.
¡Qué enfadada me tengo!
Tanto me emocionas bailando,
que no escuché el final de la
pieza.
Ensimismada estaba, cansada me
viste
y cuando abrí los ojos ya
bailabas con otra.
Bien hecho.
La pasión de la vida no puede
detenerse
a nuestro antojo.
La realidad siempre supera
al sueño de la vigilia
EL
APRENDIZAJE
¿Errores? ¡Claro!
Aunque en la danza, dices,
ya está contemplado el tiempo
para superarlos.
¡Qué vértigo!
Cuando me hablas te miro
y el tiempo se detiene.
¡Qué misterio!
No
hay que hacer lo que se quiere sino querer lo que se hace.
EL
DESTINO
y de ti
si no tuvieras el norte de mis
ojos.
Qué sería de ti sin mi
paisaje,
y de mí
sin tu silueta que lo
dimensionara.
Del amor, qué sería, si no
tuviera hogar
Y del destino...
(silencio)
El destino es quien habla.
Pasión y tango son sinónimos. La elegancia la ponemos nosotros.
¿Elegancia?
La tuya insinuando.
La pasión de ese breve
silencio
eleva siempre la respuesta
por muy pequeño que sea el
comentario.
Y en mi emoción tropiezo,
pues no llego a entender,
todavía,
qué te he preguntado.
Terminaré con un poema que traía su propia música. Roberto Cáncer la escribió y este es el resultado.
EL CRUCE
Eran otros tiempos,
todavía asustan,
broncas y macanas, no se oía
más.
Charla de un lenguaje que
nadie entendía
pues su patria era la
debilidad.
Pero hoy tu destino cruza con
el mío.
Sitio hay para todos.
No todo está mal.