lunes, 23 de agosto de 2021

CARTAS A UNA AMIGA EN EL 2005

(Fernando Pessoa)





Me ví completo el partido de Rafa Nadal. Disfruté con el juego de ambos. Cualquiera de los dos podía haberse proclamado campeón. Estaba entusiasmada con aquellos argumentos que iban de un extremo a otro de la pista (casi envidiaba a esa pelota que no se perdía ningún golpe) y dejó de tener importancia quien se llevaría la copa.

Entiendo que para los críos sea fundamental la identificación del héroe con una corona de laurel, una copa grande en las manos (como si fuera un “as” de la baraja humana) y le suban en un podio para que no haya altura que le tape, pero no deberíamos despistarnos con esas “angaripolas” de la seducción que supone jugar a “ser”.
En el frontispicio del deporte se puede leer “lo importante no es ganar, sino participar” y es una verdad tan fundamental que si pudiéramos participar en todas las empresas que la vida nos guarda sin pensar en el resultado final, ganaríamos siempre. Y lo haríamos porque no nos perderíamos en ese trueque absurdo de vestirnos con el elogio de otros, o dicho de otra manera, como no nos ocultaría ningún disfraz, nos reconoceríamos en cualquier situación buena o desfavorable, y ese sería el premio.

En el juego del amor pasa lo mismo. Hacen falta dos y en la medida que no haya premios, objetivos a conseguir, será fácil responder a ese íntimo diálogo que no persigue nada más que hablar. Y como no hay copas, ni coronas, ni certificados que subrayen redundancias, es fácil arriesgarse en la incursión de conocer a quien nos parece que en su compañía nos podríamos reconocer.

Es un viaje complicado pues no podemos asegurarnos nada, ya que el otro está en las mismas condiciones y un movimiento involuntario puede sacar al compañero de la pista, es decir, le puede “despistar”, y hacerle daño.

En caso de duda, de no saber qué hacer, usar el sentido común y ponernos de ejemplo. No me refiero a que nos “estampillen” en unas octavillas como hacía la iglesia con sus santos hace tanto tiempo, sino que lo que hagamos pueda ser ley universal, como decía Kant.

Es difícil aconsejar porque hay una parte, la fundamental, que un@ tiene que sembrar en la soledad de su intimidad y afrontar con responsabilidad los riesgos de este cultivo.

Ánimo Andrea, esos son los únicos problemas que tiene la vida. Todo lo demás son excusas para complicárnosla y huir de nosotros en la descalificación de los demás.

(Ahora no sé cómo bajar de este púlpito al que me he subido).

Acércame tu risa.
Gracias








sábado, 21 de agosto de 2021

A ANTONIO TABUCCHI


(Fernando Pessoa)




Refª: Antonio Tabucchi - "Sostiene Pereira"
Giangiacomo Feltrinelli Editore
Milano 1994

Editorial Anagrama, S.A. 1999
Pedro de la Creu, 58
08034 Barcelona


                                                                                     Zaragoza, 22 julio 2001


          Acompaño a Pereira en su viaje interior.

          Sube la marea de su bondad calladamente, dándole tiempo a encontrarse consigo mismo. Mientras, intenta despistar a su consciencia con el espantajo de una guadaña, pero pone ésta en manos de un romántico, Monteiro Rossi, que desbrozará su camino de fantasmas.
          ¡Qué bien trenzada la individualidad con su proyección social!
          Monteiro Rossi se verá obligado a escribir necrológicas para que no lean la suya, pero incumplirá su contrato reproduciendo artículos vitales, es decir, no hablando nunca de los muertos, antes o después de adquirir su condición de tal.
          Pereira se inquieta, no tanto por el peligro al que se verá expuesto compartiendo el riesgo de una idea justa, sino por el tiempo que ha estado ajeno a esta idea. Y la inquietud suele herir el alma. A él no, porque ha entrado en combate. Dejó atrás el autismo que provocaba la sonrisa paciente de aquel retrato y decidió mirar el espejo. Recordará siempre la primera imagen: Cardoso, el médico de su alma. Tan breve fue esta feliz aparición que dejó en Pereira una, casi, insoportable nostalgia, mezcla de pasado perdido y futuro no-nato (diría él). Pero estaba mal dicho, porque la realidad era que el presente había llegado y con él su mejor Pereira.
          Cardoso, Marta y Monteiro Rossi, serán ya, para siempre, huéspedes en su hospitalario trayecto.
          Recuerda que un día, sentado en un banco, cerca del Café Orquídea, escuchó una antigua melodía y recordó los felices sueños que nunca contó porque no venían a cuento con esta historia. Exclamó: ¡ahora entiendo!
          Ahora esperaba, no sabía qué, pero esperaba.                                               
          El calor era tan agobiante que decidió volver a casa, tomar un baño frío, comer algo y descansar un poco. Tenía la maleta preparada para salir a la hora exacta.
          Fue su último sueño. Se le acercó un mendigo que llevaba a su espalda un carcaj de melodías y pidió a Pereira "una limosna". Entregó el retrato. De momento sintió miedo y una inmensa pena que le hizo abrir los ojos. A su lado estaba su esposa, más radiante que nunca, sin vestigio de enfermedad, como él la amaba. Le dijo que todo estaba bien y quería dar un paseo.

          Sostiene Pereira que por primera vez, fue él quien sonrió.

                                                           



          Accompagno Pereira nel suo viaggio interiore. 
 
          Sale silenziosamente la marea della sua bontà, dandogli tempo di congiungersi con se stesso. Mentre, cerca di depistare la sua consapevolezza con lo spauracchio di una falce, mette questa ne lle mani di un romantico, Monteiro Rossi, che libererà il suo cammino dai fantasmi. 
          Com’e bene intrecciata l'individualità con la sua proiezione sociale! 
          Monteiro Rossi si vedrà obbligato a scrivere necrologi affinché non leggano il suo, ma non adempierá al suo contratto riproducendo articoli vitali, cioè, non parlando mai dei morti, prima o dopo avere acquisito tale condizione. 
          Pereira si inquieta, non tanto per il pericolo al quale si vedrà esposto condividendo il rischio di un'idea giusta, bensì per il tempo durante il queale è stato estraneo a questa idea. E l'inquietudine normalmente ferisce l'anima. A lui no, perché è entrato in combattimento. Lasciò in dietro l'autismo che provocava il sorriso paziente di quel ritratto e decise di guardare lo specchio. Ricorderà sempre la prima immagine: Cardoso, il medico della sua anima. Tanto breve fu questa felice apparizione che lasciò in Pereira una quasi insopportabile nostalgia, un misto di passato perduto e di futuro non-nato (direbbe egli). Ma era mal detto, perché la realtà era che il presente era arrivato e con esso il suo migliore Pereira. 
          Cardoso, Marta e Monteiro Rossi, saranno ormai, per sempre, ospiti nel suo ospitale tragitto. 
          Ricorda che un giorno, seduto su una panchina, vicino al Caffè Orchidea, ascoltò un'antica melodia e ricordò i sogni felici che non raccontò mai perché non avevano a chefare con questa storia. Esclamò: ora capisco! 
          Ora aspettava, non sapeva che cosa, ma aspettava.                                          
          Il caldo era tanto opprimente che decise di ritornare a casa, fare un bagno freddo, mangiare qualcosa e riposare un po'. Aveva la valigia preparata per uscire all'ora esatta. 
          Fu il suo ultimo sogno. Gli si avvicinò un mendicante che portava sulla sua schiena una faretra di melodie e chiese a Pereira “una elemosina”. Consegnò il ritratto. Per il momento sentì paura ed un'immensa pena che gli fece aprire gli occhi. Al suo fianco stava sua moglie, più radiante che mai, senza vestigia di malattia, come egli l'amava. Le disse che tutto andava bene e voleva fare una passeggiata. 
 
          Sostiene Pereira che per la prima volta, fu lui a sorridere.



miércoles, 18 de agosto de 2021

RECORDANDO A NELSON MANDELA



Marcos Ana estuvo 23 años en la cárcel de Franco. Salió con el mismo espíritu que caracteriza a Nelson Mandela. Me emocionó profundamente escucharle a través de la Cadena Ser. Su humanidad es el punto de referencia para que la humanidad no pierda el equilibrio.










martes, 17 de agosto de 2021

MARIO BENEDETTI





Hasta Mañana (de Mario Benedetti)
Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte, que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño
que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido
por malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?
Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda.
Es un abismo.
No me digan cuando me despierte
***


Gracias, Mario, por tu alegría

lunes, 16 de agosto de 2021

jueves, 5 de agosto de 2021

IDEAS PARA COMPARTIR








Dar continuidad a lo que nuestros antecesores comenzaron es todo un reto.

Crecemos en todos los aspectos, porque hay quien continúa lo que otros empezaron y también quien sabe dar la vuelta, girar en un camino que nos llevaría al precipicio.

No es posible avanzar si no lo hacemos todos. Ahí el elemento conservador tiene su función. Pero no es posible incorporar a quienes traen su nuevo espacio si no progresamos en las ideas.

Reñir envejece y destruye.

Encontrar el equilibrio entre lo conservador y lo progresista es procurar oxígeno a la sociedad. En esa noble discusión ganamos todos.

Yo no quiero ir a un cielo donde no estemos todos.



martes, 3 de agosto de 2021

SOL@S

(Parque Bruil - Zaragoza)




En algunas etapas de la vida podemos encontrarnos aislados y no sabemos por qué.

Lo entenderíamos su pudiésemos oír el motivo.


Tú sólo piensas en ti.

Pues piensa en ti, sol@.


domingo, 1 de agosto de 2021

SOBRE LA AMISTAD

Zaragoza, mayo 2005



            Leo un texto sobre la amistad en el que un padre aconseja a su hijo que pruebe a sus amigos, ya que según él éstos desaparecen cuando las circunstancias se tornan difíciles.  “¿Cómo me aconsejas probarlos? El anciano árabe le dio esta fórmula: “Pon en un saco un ternero muerto y partido en pedazos, de modo que el saco quede sucio de sangre por fuera, y cuando llegues a casa del amigo  dile:

            “Querido amigo, maté involuntariamente a un hombre; te suplico que lo entierres en secreto, pues nadie sospechará de ti y, en cambio, a mí podrás así salvarme”.

            “El primer amigo al que acudió le dijo:

            “Llévate ese muerto a cuestas; puesto que hiciste un mal, sufre el castigo. No entrarás en mi casa.”

            Según el relato, todos sus amigos respondieron igual, y padre e hijo dedujeron que era cierto lo que “dice un filósofo: muchos son los amigos, mientras lo son de nombre, pero pocos lo son en la necesidad”.

***

            Pienso en ese hombre muerto “involuntariamente” y en su familia. ¿A quien reclamarán?

            Imagino los rostros asombrados de esos cien amigos que se ven violentados a aceptar ese imperativo. ¿Quién les echaría una mano en los problemas derivados de ese error, si quien fue responsable se quita el “muerto”?

            Me imagino cometiendo una equivocación, provocando “involuntariamente” una muerte, haciendo daño sin querer por no saber cómo evitarlo.

            ¿A quien le pediría que asumiera lo que yo no quiero para mí? Si lo hiciera, ¿me sentiría bien?

            ¿Desde qué amistad se le puede decir a un amigo que no lo es? ¿Tenemos todos los datos para que esa sentencia contra él no sea un pre-juicio?

            Me parece más amistoso admitir que si reprocho una falta en la amistad, lo que realmente descubro es mi falta de amistad por esa queja.

            El amigo es una proyección adelantada de nuestro espacio más íntimo. Ser. Y somos en la medida que los demás pueden serlo con nosotros o también, sabiendo distanciarnos de los demás para que sean.