Sinopsis de la película MUNICH, copiada literalmente en esta
dirección:
Sinopsis:
Basada en un libro de George Jonas que narra los hechos reales ocurridos en
septiembre de 1972, cuando un atentado terrorista sin precedentes fue
retransmitido en directo para 900 millones de telespectadores, augurando el
comienzo de un nuevo mundo marcado por una violencia impredecible. Ocurrió
durante la segunda semana de los Juegos Olímpicos de verano que se celebraban
en Munich. “Los Juegos Olímpicos de la Paz y de la Alegría”, así se llamaban,
habían empezado muy bien con el nadador Mark Spitz y la gimnasta Olga Korbut
levantando pasiones. Pero, sin previo aviso, un grupo extremista palestino
conocido como Septiembre Negro entró en la Ciudad Olímpica, mató a dos miembros
del equipo olímpico israelí y se hizo con nueve rehenes. El tenso
enfrentamiento y la trágica matanza productos del secuestro fueron
retransmitidos en directo en todo el mundo y acabó 21 horas más tarde. La
terrible operación de venganza conocida por los israelíes como “Operación
Cólera de Dios”, fue el complot para asesinar más osado y agresivo de la
historia moderna. El protagonista de la historia es un joven agente secreto
israelí, Avner. Uno de sus superiores en el Mosad, llamado Ephraim, habla con
Avner, que sigue dolido y furioso por el salvaje atentado, para proponerle una
misión sin precedentes en la historia de Israel. Le pide que abandone a su esposa
embarazada, que olvide su identidad y desaparezca de la faz de la tierra para
cazar y matar a los once hombres acusados por los servicios secretos israelíes
de haber planeado la matanza de Munich. A pesar de su juventud y de su falta de
experiencia, Avner no tarda en convertirse en el líder de un equipo de cinco
miembros tan diferentes como hábiles: Steve, un surafricano temerario y duro es
el conductor; Hans, un judío alemán experto en falsificar documentos; Robert,
un fabricante belga de juguetes reconvertido a fabricante de explosivos; y
Carl, un hombre silencioso y metódico que se encarga de “limpiar” cuando los
demás se van. Desde Ginebra, Frankfurt, Roma, París, Chipre, Londres hasta
Beirut, Avner y su equipo viajan de incógnito, buscando a cada uno de los
objetivos incluidos en una lista secreta, asesinándolos uno a uno mediante
complicados complots. Obligados a trabajar fuera de la ley, siempre de un lado
a otro, sin hogar ni familia, la única conexión con otros seres humanos son los
demás miembros del equipo. Pero incluso esta relación se resquebraja cuando los
cuatro empiezan a discutir por preguntas que se hacen cada vez más
presentes:“¿A quién matamos exactamente? ¿Es posible justificarlo? ¿Detendrá
esto el terror?” Atrapados entre el deseo de justicia y las crecientes dudas,
la misión empieza a corroer las almas de Avner y de su equipo, al mismo tiempo
que se hacen conscientes de que cuanto más tiempo dure la caza, más
probabilidades habrá de convertirse en presas.
Cómo la ví yo
“La humanidad no puede
librarse de la violencia más que por medio de la no-violencia”.
Gandhi.
Entré en “Munich”. Hacía frío en esta película. Solo había un lugar donde alojarse: aquella esperanza que ofrece el alma infantil, pero su hija era demasiado pequeña todavía.
El frío era por contraste. En cada uno
de sus protagonistas encontrabas una promesa de humanidad y una sorpresa: la
puerta en lugar de abrirse se cerraba.
Cada cual tenía su razón para hacer un
daño que previamente había recibido, pero como lo razonable pertenece a todos,
la pretensión de poseer la verdad aislaba.
El aislamiento provoca miedo y el miedo
cierra caminos.
La asfixia interior era proporcional a
la venganza ejercida contra los otros.
Avner necesitaba reconocerse y llamó a
su casa. Casi no pudo contener la emoción al escuchar el balbuceo de su hija.
“No olvides que soy tu papá”, se recordó a sí mismo. Verse en ese espejo le
produjo dolor y eso quería decir que algo estaba cambiando.
Desde mi butaca le recordé aquello que
decía el matemático Geor Cantor: “Es más importante plantear una
cuestión correctamente que responderla”.
Le
oí preguntarse a sí mismo:
“¿A quién matamos exactamente?”
“¿Es posible justificarlo?”
“¿Detendrá esto el terror?”
Para que el dolor no se enquiste hay que
agotar su trayectoria. Se dio pena. Entendió a qué se refería Gandhi cuando
decía: “Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego”.
Avner decidió exiliarse de un proyecto
que no era el suyo y para el que había tenido que desaparecer como ciudadano.
Negó a sus superiores la información que le pedían y en su lugar, ofreció
compartir su pan. Le dieron la espalda.
Rápidamente acepté acompañarle. En su
soledad le encontré fuerte.
Por fin, en él, amanecía para todo el
mundo.
María
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