Lo escribí hace muchos, muchos años:
Un niño es capaz de jugar con igual seriedad
estando solo que con
otros niños.
¿Cómo no voy a poder yo actuar como si estuviera en la mejor de
las humanidades?
¿Qué importa si mi complementario -individual o colectivo-
está o no presente, para que mi actitud sea, en cualquiera de los casos, la
mejor?
¡Ah, pero el gozo de contemplarse en otra soledad!
Miro el paisaje que esconde tu nombre.
De ese gozo vengo, ¿Quién podrá
interponerse en mi retorno?
Ingenuamente se advierte al niño: "estás solo".
Su inocente
mirada responde: ¿y tú, con quién hablas?, mientras él sigue en su alquímico
"juego de niños".
Qué afortunado ser como ellos.
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