... sólo obtienes algo de los libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo. (pag. 214)
Leo en el autobús.
Con esa intención ocupé el único asiento libre que quedaba, junto a una mujer que tenia en sus manos un pequeño aparato del que salía una música machacona.
Esperé un poco por si acaso el exceso de volumen era puntual, pero no fue así.
Directamente le pregunté: ¿Y si te leo?
Tuve que repetirle la pregunta pues los auriculares taponaban sus oídos. Se los quitó y me pidió disculpas. “También a mí me molestan los adolescentes que hacen lo que ahora he hecho yo”, se lamentó.
Ella no se enteró, pero en ese momento quité las interrogaciones a esa defensiva pregunta y las cambié por una sincera admiración.
Ella no se enteró, pero en ese momento quité las interrogaciones a esa defensiva pregunta y las cambié por una sincera admiración.
¡Te leo!, eres un buena persona.
Gracias por llamar mi atención.
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