Zaragoza, 12 de febrero 2015
Querido amigo. Espero que al
recibo de ésta te encuentres bien. Yo bien, gracias a la vida que es generosa
conmigo y siempre me encuentra una nueva puerta por la que entrar a uno de sus
infinitos aspectos.
Estoy leyendo un libro “Educar en
el asombro” de Catherine L’Ecuyer. Me encanta. Dibuja las dos formas de
enfrentarse con la responsabilidad de ser educadores. Domesticar la enseñanza
con unas pautas previamente diseñadas para obtener determinados objetivos o
provocar el asombro en los niños iluminando su inocencia con el objetivo de que
desarrollen equilibradamente todo lo que caracteriza su personalidad.
Hace mucho frío en Zaragoza y el
cierzo lo aumenta. Lo que realmente hiela el corazón es la inhumanidad con la
que nos tratamos los humanos en muchas ocasiones. Sabemos protestar, pero
deberíamos saber estar a la altura de lo que pedimos, queriendo
responsabilizarnos de lo que hacemos cuando no está a la altura de lo que
queremos.
Con este galimatías me despido
hasta pronto.
Un
fuerte abrazo
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