Una velada elevada al cubo
Desierto:
Muchas
dunas. Enorme. Sin límites. En medio un río con oasis y muchas palmeras. Viene alguien de lejos, desconocido. Inquieta.
Cubo:
Grande.
De adobe. Como una casa pequeña. Hueco por dentro. En la parte de arriba un valle.
Escalera:
De
adobe, pegada al cubo. Para subir a
la azotea.
Caballo:
Árabe
¿color…? Al lado del cubo. Baja al valle. Es mío.
Tormenta:
Cielo
oscuro. Llueve mucho. Rápida. Deja un ambiente fresco y húmedo. Todo en calma.
Flores:
Hay
una parra al lado del cubo. Da sombra,
uvas y vino.
Lo inquietante sería si aquel hombre se fuera, pero viene.
Pensamos que podría quedarse y se nos queda como un huésped de lujo.
Ofrecemos y añade su alimento.
Contagiará su calma y no sabremos estar sin llegar hasta arriba, hasta el fondo.
Allí no hay horizonte (engaño) sino líneas de espejo.
Podremos prescindir de lo seguro, sin miedo.
Tenemos la certeza y eso es tocar el cielo.
Pensamos que podría quedarse y se nos queda como un huésped de lujo.
Ofrecemos y añade su alimento.
Contagiará su calma y no sabremos estar sin llegar hasta arriba, hasta el fondo.
Allí no hay horizonte (engaño) sino líneas de espejo.
Podremos prescindir de lo seguro, sin miedo.
Tenemos la certeza y eso es tocar el cielo.
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