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Desierto:
De día. Arena clara. Luz, mucha luz. Salida a la derecha. Duna grande. Oasis. Lago pequeño de aguas cristalinas.
Cubo:
Pequeño. Metacrilato transparente. En el suelo, cerca de mí.
Escalera:
Apoyada en la duna, enfrente. Alta.
Caballo:
Blanco. Salvaje. Mucha crin. Todo recorrido. Vivo. Alegre. Pegaso sin alas. Bebe en el oasis
Tormenta:
Tormentón. Muchos truenos y relámpagos. De noche. Viento.
Flores:
No hay vegetación de ningún tipo.
(Dibujos Leona Andrea)
Es casi imposible no asustarse con semejante estruendo. Pegaso está enfadado. Le robaron las crines y sus alas.
Aquí abajo, mi pequeña, galopa en sus cabellos a lomos de una creciente risa. Extiende sus bracitos y gira a la derecha. Aquí empieza el camino. La izquierda está cerrada.
Pegaso tiene celos y llama. Ella, pura inocencia, le presta su escalera y veloz como un rayo se presenta aquí abajo. ¿Allí estaba enfadado? Aquí es un Platerillo buscando su regazo.
Un manantial, sus ojos, anuncian la partida.
(Por si acaso, retiré la escalera).
Yo he sido, yo le escondí sus alas, para que nadie, ni siquiera los dioses, la raptaran.
***
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