jueves, 17 de enero de 2013

Mundo onírico


Sueños - 12 de diciembre del 2003 

Este sueño me lo recordó el blog de David L.Cardiel
                                           

                         
                                                                     
Sentado, junto a una mesa en la que reposan algunos objetos personales, un soldado vestido de uniforme y cobijado bajo una tienda de campaña, me mira. Su mirada espera encontrarse con la mía.

Me despierto llena de confianza, de paz.

El sueño parecería decir que hay muchas posibilidades de salir victoriosa de esta guerra anímica.

*

            Durante todo el día me acompañó esa imagen. Descubrí algo que ya sabía, pero que se me hizo más evidente. El mayor enemigo que tenemos somos nosotros mismos.

            Podría relatarse la batalla de esta manera:

            Luchamos por no perder territorio y nos atrincheramos para impedir que pase el enemigo. Como llamamos enemigo a lo desconocido y lo que conocemos inicialmente tuvo ese apellido, solo habrá una manera de ganar la paz:

No haciendo la guerra.

            Este armisticio permitirá que la vida entre plena en nosotros.

            Pero quitar fronteras supone ampliar el espacio y lo ya conocido quiere quedarse en propiedad. La pasión llegará como un notario ordenando al dragón que desaloje. Hay sitio para todos (dirá ese elegante caballero) y ofrecerá una percha al monstruo donde colgar su fiereza y un asiento en su mesa para que nunca más se vea desplazado. Después de la comida, (¿el postre?) se nos dará una pista.  Oiremos una voz que nos pide: ¡Cuéntamelo otra vez!


5 comentarios:

Cardiel dijo...

Muchas gracias, María.

Efectivamente, son nuestros miedos a perder lo que amamos, por lo que es un problema nuestro e interno.

Debemos comprender mucho la realidad para atajar esos temores, o para aceptar que debemos abandonar el objeto de los mismos. Y es un proceso duro, complicado y muy doloroso. Un proceso transitorio que se abre a una nueva etapa, porque hemos aprendido y nunca más podremos regresar atrás.

Me ha gustado el sueño, por su simpleza.

Y gracias por el ánimo.

Un abrazo,
David

María dijo...

Nadie puede sustituirnos en ese trance. El miedo, el dolor, la inseguridad, tenemos que afrontarla en primera persona. No hay otra manera.

Pero la vida es muy generosa.

Como tú, David.
Un abrazo
María

Cardiel dijo...

Me alaga que digas que soy generoso. Emilio también lo dice, y ya sabéis que los alagos...para mí...

No me considero generoso, quizás porque generosidad implica un grado de entrega, y no sé distinguir su ausencia. Pero quizás lo sea, y al serlo demasiado...en fin, la vida podrá ser generosa, pero no las personas, no ciertas personas, aunque lo finjan, aunque hablen con una certeza a la que entregarse, como sucede cuando nos dejamos acurrucar por las olas del mar, deseando que nos lleven a donde quieran.

Pero las olas siempre arrastran donde cubre.

Pocas olas nos devuelven a la orilla.

Las olas son posesivas.

Hay muy pocas que nos dejan volar.

Muy pocas.

Y algunas fingen acercarnos sólo para abandonarnos donde más cubre.

La generosidad...

Gracias por los alagos pero...

Un abrazo,
David

Cardiel dijo...

Perdón por dejarme las "h" en los "alagos" jijiji
Abrazo,
David

María dijo...

Es que la vida es paradójica. Sólo se encuentra la puerta para salir de un problema cuando la abres y, lógicamente, para abrirla tenemos que saber dónde está esa puerta.

No se puede evitar el sufrimiento pero solo tiene sentido si evitamos que los demás sufran lo que nos corresponde asumir en primera persona.

Me voy a tu blog que quiero comentarte algo.

Un habrazo
María

(mi abrazo abraza a tu h)