Suena fuerte esta pieza.
Hay un ritmo muy marcado y el
solo de un violín. Las notas están distribuidas en el pentagrama como si
estuvieran impresionadas por la historia que oyeron y quisieran contarla. Contar
es sembrar y el “re” y el “sí” se arrepienten y vuelven a su recuerdo.
La melodía sugiere atención... como
si quisiera profundizar en los hechos para encontrar una razón que justifique
tanto dolor. Contar no es vivir y para entender el relato hay que ponerse en el
lugar del otro. Solo así nace el perdón.
Perdonar no es olvidar… o podría
decirse que perdonar es olvidar la venganza. Comprender no evita el dolor pero
nos hace más fuertes. Fuertes para afrontar los problemas sin ser injustos con
los demás. Considerar a los demás como parte de nosotros mismos es un ideal
alcanzable en algún momento.
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