Querido Francisco.
Los años son solo un envoltorio. La sorpresa está dentro.
La madurez se arrebuja en el paso de Cronos y le imprime ritmo.
Entonces caminar se llena de alegría y el paso militar necesario en un primer momento, deriva en danza.
Evaporado el miedo, ya no es su batuta quien domina,
sino un pentagrama de latidos con nombres y apellidos.
Interpretar la partitura vital dando a cada uno lo suyo es un espectáculo al que todos estamos invitados.
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