Se empiezan las cartas con una manifestación de aprecio, estima, cariño, como si quisiéramos dibujar el espacio desde donde nos manifestamos.
Dejar constancia escrita de un sentimiento, es dibujar la otra orilla, señalar los límites que en absoluto limitan, sino que nos devuelven a nosotros mismos con el nuevo tesoro de haber descubierto en el amigo a nuestro mejor yo.
Se suele escribir en momentos de calma, desde un silencio interior que nos permite escuchar de forma nítida nuestro sentimiento hacia el destinatario y trasladarlo al papel sin tropiezos.
La amistad es un buen lugar para pasear y volver a encontrar matices, aspectos, ideas que vuelven a sorprendernos con el mensaje de que seguimos teniendo capacidad de asombro.
Gracias, amiga, por estar ahí
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