¡Qué bien! Te hice caso, miré a las Hadas y el dolor desapareció.
Un Hada muy pequeña, que no vive en ninguna estrella, sino en los bosques de Cantabria y que se llama Anjana, me contó por qué se me había curado la espalda.
Primero, me dijo, por haber hecho caso a Mara (ella te conoce). Y luego, porque al levantar la cabeza hacia el cielo los huesecillos se ponen todos en fila, se ordenan y el orden es salud.
Otro día te contaré la historia de una Anjana que vivió hace muchísimos años, cuando casi no había nadie que hubiese descubierto el cielo. Gracias pequeñuja.
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