Este lenguaje universal se celebra cada 11 de
diciembre desde hace 39 años.
Un idioma es rico según la complejidad de sus palabras.
Paradójicamente somos capaces de reducirlo a una mirada, un gesto, incluso un
aspaviento, con tal de comunicarnos.
Hay mucha información sobre los orígenes del tango y
alguna discrepancia. Enrique Santos Discépolo lo definió como “un
pensamiento triste que se baila”. Y su razón tenía. No es lo mismo llegar a un
país como esclavo, vendido y sometido, que tener la libertad de elegir la mejor
ruta para llegar donde queremos.
Podemos ordenar la frase de otra manera: Para bailar
un pensamiento y que dé fruto en los hechos, es necesario ensayar estos pasos:
“Responder
muy flexiblemente a las situaciones. Sacar provecho de circunstancias
fortuitas. Hallar sentido en mensajes ambiguos o contradictorios. Reconocer la
importancia relativa de los diferentes elementos de una situación. Encontrar
semejanzas entre varias situaciones, pese a las diferencias que puedan
separarlas. Descubrir diferencias entre varias situaciones, pese a las
semejanzas que puedan vincularlas. Sintetizar nuevos conceptos sobre la base de
conceptos viejos que se toman y se reacomodan de nuevas maneras. Salir con
ideas novedosas.”
¿Estas características hablan de inteligencia o de
tango?
Más de un siglo sonando ininterrumpidamente y queda
espacio para un baile más. El tuyo, el suyo… (el mío… que también me apunto).
María
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