(José Cajal)
El Tren que No Quiero Coger
De todos ellos, existe un tren
que yo no busco.
Un tren oscuro, misterioso,
sí, en ocasiones incluso interesante,
dentro de su silencio,
llevando consigo en su barriga
los más variopintos personajes.
Sin duda, como muchos,
por curiosidad lo visitaría
-en billete de ida y vuelta,
si es que esto fuese posible-;
pero es que aquellos raíles
que se pierden entre la niebla
del ayer y del hoy y del mañana,
no hablan de retorno alguno...
Es más, con grandes letras
en su costado escribe:
"De ida, mas jamás de regreso:
encargue hoy su viaje definitivo."
En extraño estado contemplativo
observo el tren de humo,
a veces casi etérico,
al tiempo que amigos y desconocidos
se suben a él sin previo aviso,
sin despedirse los más,
sin siquiera quererlo muchos.
¡Otros ni lo vieron venir!
Todo lo que me queda cuando esto sucede
es desearles buen viaje desde la distancia
-si es que en el último momento
vuelven la vista a través de la ventanilla,
y el humo del carbón no se confunde con la niebla,
difuminando sus últimos horizontes
en el viaje de regreso a...-.
He aquí un tren que no quisiera coger.
Si se me permite la opción.
Si es que Alguien o Algo, al oír mi petición,
asiente desde el seno del Cosmos.
Aquel vagón que parece esperarme cada vez que pasa,
mientras otros suben casi en estampida,
agolpándose con prisa,
algunos incluso sin pasaje,
en su eterna ansia de un curioso retorno
al estado desconocido...
Pueden quedarse con mi vagón, muchas gracias.
Pueden quedarse con mi asiento y mi pasaje,
tantas veces como pase aquel tren
desde hoy hasta el fin de los tiempos.
No diría miedo.
No diría desconfianza,
o falta de fe.
Simplemente,
no tengo intención de marcharme.
Quizá costó demasiado esfuerzo venir,
para irse tal cual, como si nada.
O tal vez, simplemente, es que Ya Estoy AHÍ...
desde AQUÍ.
Nieve Andrea, 13 Nov 2013
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