Andrea me preguntaba en un caluroso julio del 2003
¿Desde cuando escribes?
Es distinto escribir, que hacer público lo que escribo. Cuando era pequeña y tenía los mismos ataques de contentura que ahora, escribía mis impresiones y guardaba esos escritos en los cajones de mi armario.
Lo hacía con la intención de que si algún día me encontraba triste, aquellas notas fueran una eficaz medicina y pudiera recuperar mi alegría al leerlos.
Imagino que quien se los encontraría sería mi madre y tiraría los papeles a la basura, no sin antes guardar lo escrito en su cariño.
Mi madre ha sido una de las personas fundamentales en mi vida.
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