Dice Francesco Alberoni:
“En la amistad, la distancia entre lo ideal y lo real debe ser corta; no podemos proclamar una cosa y hacer otra. Los pactos han de ser respetados, la confianza recompensada.
La amistad ha de ser leal, sincera, límpida. El amigo debe querer el bien del amigo no con palabras sino concretamente, debe acompañarlo en los momentos de necesidad.
En la amistad no se puede engañar ni hacer el mal, hay que saber cuáles son las virtudes del otro y valorarlas. El amigo ha de ser abierto, lleno de vida, divertido, no debe aburrir ni abrumar, y tampoco debe ser demasiado generoso, exagerando con los regalos, puesto que si es así suscita la necesidad de correspondencia y reconocimiento, que resulta muy pesada.
La amistad debe ser fresca, ligera, incluso cuando es heroica. La amistad dice siempre, incluso delante de la muerte “no hay de qué”.
La amistad existía en época de Confucio y existe hoy, y no hay motivos para pensar que vaya desaparecer en el futuro. La amistad es tan sólo un modelo ideal que requiere ser respetado. Mientras lo sigamos, el mundo seguirá colmado de amigos, amigos que al vernos nos sonríen”.