Querida Malala.
La cultura nos permite ponernos en el lugar el otro para entender por qué hace lo que hace.
Esta empatía siempre abre una puerta doble. Para salir del conflicto y para entrar en uno mismo.
De niña, mi abuela me contaba el cuento del Lobo y los Siete Cabritillos, con las modificaciones normales que sufren las historias orales respecto de las versiones originales.
Resumiendo. El cuento decía que un lobo se comía a seis cabritillos y el séptimo lograba esconderse, para finalmente, denunciarlo. Lo encontraban dormido, le abrían la tripa, salían los pequeños y llenaban su estómago de piedras. Despierto por la sed, al inclinarse para beber se caía por el peso y moría ahogado.
Pero yo tengo otra versión para ti.
El cabritillo estaba asustado por la visita del lobo, aunque la reacción de los adultos no le tranquilizó en absoluto.
Fue al río. Vio al lobo que se estaba ahogando y le ayudó a salir echándole una cuerda y atando el extremo a un árbol.
Tardó algunos minutos en reponerse el lobo. Miró al pequeño y le preguntó qué hacía allí. Nuestro amigo le dijo: tú te alimentas de carne y yo de vegetales. Si los humanos te prohíben comernos ¿de qué vivirás?
He venido a dejar que me comas. Antes he devorado un montón de hierbas.
El lobo le miró con ternura y le confesó. Yo, como tú, en realidad, me alimento de cariño.
Gracias, amigo.
Gracias a personas como tú conseguiremos que el final sea feliz.
Gracias, Malala
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Gracias a personas como tú conseguiremos que el final sea feliz.
Gracias, Malala
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