Si consiguiésemos equilibrarnos como seres humanos los problemas que surgirían serían los “naturales” y las soluciones estarían más cerca. Esto no significa que el dolor, el miedo, la inseguridad, el vértigo, el sufrimiento…no existirían.
Persona significa máscara y la máscara, puede ocultar o subrayar un aspecto concreto.
Las necesidades vitales nos igualan a todos y en ese sentido podemos decir ciertamente que “todos somos iguales”.
Las necesidades vitales nos igualan a todos y en ese sentido podemos decir ciertamente que “todos somos iguales”.
La personalidad es algo mucho más complejo que nos define como individuos. Todos y cada uno tenemos la nuestra, única e insustituible, como la huella dactilar.
La vida y las ideas vienen con su espacio propio. El dolor y la oscuridad que les preceden están justificadas por la felicidad y la luz que traen.
Los errores son naturales y si los medimos desde la visión completa de la humanidad, se pueden disculpar, pero individualmente no es sano aplicar esa excusa porque la historia de la humanidad contempla todo el tiempo pasado, presente y futuro y la propia de cada uno tan solo unos cuantos años.
Cada uno debe comportarse “bien”, asumiendo en primera persona “lo malo” que ese bien necesita. Esa hospitalidad siempre tiene un final feliz.
Si cargamos contra la sociedad lo que nos corresponde como individuos estaremos absolutamente equivocados en el diagnóstico de lo que ocurre.
Resumiendo. No es válido que carguemos contra la sociedad lo que nos corresponde como individuos. Es una excusa que la naturaleza la recoge en su memoria, y naturalmente diagnostica como engaño. El engaño es un boomerang. El golpe lo recibe quien pretendió que el otro asumiese lo que no le correspondía.
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