Dice John Wooden:
“El éxito es el estado de paz y serenidad
interior alcanzado como consecuencia de la satisfacción de saber íntimamente que has hecho todo lo que estaba en tu mano para lograr el máximo de lo que
eres capaz”.
Dice Pierre de Coubertein:
“Lo esencial de la vida no es el
éxito, sino esforzarse por conseguirlo”.
Sería magnífico vivir en una sociedad madura.
Hay ciclos en los que vivimos como locos. Entramos en una
dinámica infernal en la que la apariencia nos ciega. Queremos ganar, ser ricos,
guapos, jóvenes, famosos… y en esa marabunta nos perdemos a nosotros mismos.
La esencia del deporte es “que gane el mejor”.
Cuando gana el
que más cualidades deportivas tiene, es decir, el mejor, nos representa a
todos.
Todos ganamos con él, porque hemos conseguido lo que pretendíamos, encontrar al mejor para saber hasta donde puede llegar el ser humano sin perder
su centro de equilibrio.
O dicho de otra manera, hasta donde podemos llegar sin
dejar de ser humanos.
En distintos momentos he escuchado lo que dices al final de los
partidos:
“Los dos jugamos bien. Ganamos, pero el empate hubiera sido lo más justo”
…. los jugadores “están
dentro de su realidad”.
"Ni los árbitros ni la
suerte entrenan conmigo de lunes a sábado".
Hemos
merecido tener los puntos que tenemos".
Actitudes como la tuya,
sencillamente sanas, ofrecen un terreno de juego en el que el deporte cobra
todo su sentido y con él la vida.
Esta crisis que nos duele porque ha pellizcado en carne propia, no es más que el contagio de la injusticia en la que está sumida media
humanidad.
El doping del dinero es un trampantojo con el que nos dejamos
engañar por no tener la madurez suficiente con la que valorar nuestros actos.
Gracias Javier Aguirre, por haber estado ahí.
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