A veces, el cariño no se ve
porque el tiempo lo secuestra en el saco de sus obligaciones,
pero ahí está.
Cierra los ojos a ese Kronos infantil y mira.
Verás cómo el cariño abraza y la vida vuelve a latir al compás de la felicidad.
Lee bien la partitura.
Si alguien quiere traducirtela recuérdale que, primero, se ocupe de sus obligaciones.
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