La figura del mendigo ha sido una de las más queridas para mí. Justicia es que cada uno tenga lo necesario para desarrollarse naturalmente y culminado el proceso, pueda dar lo suyo.
En los dos aspectos la reciprocidad es condición indispensable.
Para que yo tenga acceso a lo que requiere la acción humana, tengo que estar disponible para esa acción.
Para que yo pueda dar lo mío, es imprescindible que alguien esté dispuesto a recibirlo.
El mendigo, en su acción de pedir, queda, provocadoramente, en deuda con nosotros. Encarna así la arquetípica generosidad de la vida.
Por eso mendigo que la Vida no se olvide de exigirme.
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