Las redes sociales son eso, redes. Son efectivas para trenzar una comunicación en la distancia y pescar elementos colectivos. Acercan o atrapan a quienes se equivocan en los objetivos.
Las redes sociales son como el dinero.
1º.- Un trozo de papel al que damos un valor colectivo y que es el mejor método que hemos encontrado para un trueque en la distancia.
2º.- Un espejo en el que vemos lo que proyectamos.
3º.- Una droga que nos aleja de nosotros mismos.
Tres escalones. El primero valioso. El segundo expectante. El tercero adictivo.
En los tres, el papelito y las redes dicen lo mismo. La responsabilidad está en quien lee.
Tú y yo no nos conocemos personalmente. Gracias a estas redes podemos conversar como si estuviésemos entorno a una taza de café, pero este encuentro podría no haberse producido por mil razones de las que “las redes” no serían responsables. Tampoco se merecen ningún trofeo. El aplauso es solo para ti, por haber publicado algo que a mí me interesaba y a ti te interesó algo de lo que yo dije y también me aplaudes.
Si esta conversación nos alejase de todo lo que tiene valor en nuestras vidas perdería todo interés y si se convirtiese en algo obsesivo deberíamos pedir ayuda.
Las redes están ahí. Se puede hablar en Facebook, wasap, post… depende de lo que uno tiene que decir o quiere que le digan. Si no se responde a lo que no interesa no pasa absolutamente nada.
A mí, por favor, contéstame. Un cortado es
algo de lo que no puedo prescindir.
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