Lo sencillo no es simple ni lo complejo complicado. La vida es sencillamente compleja.
Por ejemplo: Norte, Sur, Este y Oeste son cuatro elementales puntos de referencia. Para llegar a esa síntesis se han tenido que invertir grandes cantidades de conocimiento y esa siembra es posible gracias a las ideas que viajan en mentes bondadosas, que, por serlo, se comparten con toda la humanidad.
Max Rapkin es un quiropráctico que se mueve con ritmo propio en esos tres principios fundamentales. Gracias a ello consigue escuchar lo que hablan entre sí las distintas articulaciones y puede abrir la puerta a la solución que llega desde ese cuarto espacio en el que se aloja el equilibrio.
El movimiento del cuerpo depende de una organización muscular que tiene varios centros. Por diferentes razones perdemos esa sintonía y aparece el dolor, la queja, el aviso de que hay un problema. Conocer dónde deberían estar esos puntos de encuentro y por qué han perdido su lugar, le permite dar solución al conflicto.
La quiropráctica es una técnica novedosa en España. Tiene unos recursos propios desde los que en muchas ocasiones se llega mejor a las metas que esperamos. Afortunadamente está en vías de alcanzar en el nuestro, el reconocimiento otorgado por aquellos países que desde hace muchos años la tienen incorporada a su sistema de salud.
Doy por hecho que Max Rapkin es un admirador de Daniel David Palmer, fundador de esta medicina en la que, según dicen los expertos, la inteligencia innata es el manantial de todo lo vivo. Sus primeros pasos devolvieron el oído a quien lo perdió en una confusión articular. Fue la primera señal positiva de esta novedosa técnica.
Yo soy una agradecida paciente de Max Rapkin. He comprobado personalmente la eficacia de su tratamiento. Recuperé el bienestar que da el equilibrio y por ello, he querido desarrollar esta reflexión con vosotros como reconocimiento a Max por su interés, entrega y dedicación “haciendo el bien con las manos”.
Un bien que espero suene a
música en la salud de todos.