Una pequeña
prenda, hallada en el camino, nos habla de su dueña. En la mano no pesa ni se
arruga (acepta el desafío). En el cuerpo, distingue a quien lo lleva, pues no
es corriente el hilo que incorpora y menos hallar manos expertas que lo sepan
tratar. En el rostro, protege y
acaricia. Inquieta la huella de una lágrima. Al oído, como una caracola, nos
susurra la música de esta historia a la que hemos puesto letra.
(Le decía a su
amado): "Abandonamos un confortable hogar al que siempre podemos regresar.
Generaciones enteras no pudieron reunir todos los pedazos de ese mapa, hoy en
nuestro poder. Vamos bien equipados para cualquier percance. Cada chakra
estaría dispuesto a abrirse en el momento justo. Sabemos dónde no hay que
mirar.
¿Por qué ese halo
de pena que mantiene alejado...? ¿A quién aleja?
No importa. Me
callo. Observa. Tuyo es el tiempo que puedes derrochar y la tijera. Seré una
flor silente que te mire y sólo podré ser si tu me piensas.
¿Un secreto?
Eternidad, solo puedo existir en esa
idea.
***
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